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Baloncesto

El viaje infinito

El tiempo, ese rival invencible que todo lo erosiona, parece haber encontrado en Marcelinho Huertas un adversario inesperado. A sus 41 años y 300 días, el base brasileño juega como si hubiera descubierto un atajo secreto en el reloj de arena, burlando las leyes del desgaste y la lógica del deporte profesional.

Su último téstigo: el Palau Blaugrana, que presenció ayer otra obra maestra del genio de Sao Paulo. Con 19 puntos y 15 asistencias, lideró el triunfo de La Laguna Tenerife reafirmando que su baloncesto, al igual que un buen vino de guarda, el tiempo no lo marchita, sino que lo embellece, convirtiéndolo en un elixir de madurez y sabiduría.  Su visión de juego es el aroma profundo que solo el paso de los años otorga, su muñeca es la suavidad de un tanino bien trabajado, y su capacidad para decidir en los momentos clave es ese retrogusto que deja huella, elegante y duradero.

El caso de Marcelinho es uno de esos casos que tienen una difícil explicación, pero aunque sea complicado, eso es lo que vamos a intentar hacer: tratar de encontrar una explicación a su rendimiento. Más allá de lo bien que se cuida y las dietas que lleva a cabo para poder seguir siendo la pieza clave en el puzle diseñado por Txus Vidorreta.

Precisamente, si tuviera que elegir un motivo principal por el que Marcelinho sigue siendo lo que es a día de hoy, diría a su entrenador: Jesús “Txus” Gómez Vidorreta, que le ha dado a CB Canarias una identidad clara, compensando la falta de físico con una ejecución táctica impecable. El entrenador bilbaíno ha sabido exprimir al máximo las virtudes de su base, dándole el control absoluto del juego y permitiéndole gestionar los tiempos a su antojo. La paciencia en ataque, el movimiento sin balón y la precisión en los pases permiten que jugadores veteranos como Huertas sigan siendo determinantes.

Además, La Laguna Tenerife es un conjunto que prioriza la ejecución ofensiva basando su juego no solo en la circulación de balón, sino en el dominio del pick and roll, donde Huertas encuentra en Gio Shermadini a su socio perfecto.

La conexión entre ambos es uno de los pilares del equipo, una asociación que lleva años desarmando defensas rivales. El georgiano sabe leer cada movimiento de su base, y Huertas tiene la capacidad de poner el balón en el lugar exacto, en el momento preciso. No es casualidad que Shermadini sea, temporada tras temporada, uno de los pívots más eficientes de la liga.

Si le sumas el crecimiento de jugadores como Fran Guerra, la explosión de especialistas como David Kramer o la efectividad de Doonerkamp/Abromaitis, te queda un equipo que está empatado con Unicaja en la segunda posición de la ACB y que se puede codear con los mejores.

Toda mi admiración en esta columna para ellos, aunque con especial mención para el señor que desafía cualquier ley del envejecimiento. Marcelinho Huertas, por favor, que nunca acabe el viaje infinito.

Analista especializado en baloncesto nacional y europeo. Junto a Sergio Martínez gestiono @2colegas, un proyecto con mucha Euroliga y ACB. 2 amigos de la infancia que comparten pasión: el baloncesto y la comunicación.

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