Una inyección de confianza necesitaba el Real Madrid como la que se suministró en la goleada contra el Sevilla. Tres meses de altibajos continuos, momentos de mal juego, malos resultados, pocos goles y menos certezas, habían minado la confianza de los aficionados en un equipo que tantas alegrías les había dado apenas tan poco tiempo antes.
Ese 5-0 en 45 minutos, esos goles de Ronaldo, ese juego de Benzema, Modric o Kroos, esa ilusión de Achraf o Vallejo han llegado en el momento ideal. De hecho, pueden suponer un punto de inflexión inmejorable para el Real Madrid cuando llega el segundo momento clave de la temporada: el Mundial de Clubes.
La vieja Copa Intercontinental, como el nuevo formato que se inventó la FIFA -y que parece tener los días contados- ha sido históricamente una competición favorable para los blancos. Dejando atrás aquella sonada derrota contra el Boca Juniors de Riquelme y Palermo en el 2000, el Real Madrid ha ganado cinco veces el torneo en ambos formatos, incluidas sus dos últimas participaciones en los inviernos de 2014 y 2016.
Recordando estos dos últimos triunfos, ambos llegaron de modos muy diferentes: en el primero el Real Madrid consiguió su cuarto título de ese glorioso 2014 mostrando un juego pletórico, dominando imperialmente el juego y sin fisuras. En el último, sin embargo, sufrió y mostró enormes dudas para ganar en la final a los japoneses del Kashima. En el primer caso, terminó aquella temporada sin más títulos; en el segundo, con Liga y la duodécima Champions en el zurrón.
¿Y ahora? El Real Madrid se encuentra ante una oportunidad perfecta para comenzar a recuperar su mejor versión de cara a la fase decisiva de la temporada. Con la Liga imposible -más allá del Clásico al que el equipo probablemente llegará con un acusado y lógico desgaste dentro el próximo 23 de diciembre-, el objetivo vuelve a ser ‘el de siempre’: la Copa de Europa.
El 14 de febrero es el día señalado para recuperar el máximo de la condición: en marzo ya no hay margen de error. Que llegue ya al Bernabéu el PSG, uno de los favoritos al título, a las primeras de cambio, obliga no solo a no relajarse, sino a acelerar los tiempos. Y el Mundial debe ser el trampolín perfecto para iniciar el ascenso.
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