La sonrisa de Andoni Iraola se ha contagiado en el condado de Dorset. Los ‘Cherries‘ no conocen la derrota desde el 23 noviembre. Es decir, han pasado dos meses desde la última vez que el técnico vasco se despeinó. 12 partidos consecutivos manteniéndose invicto en una liga tan competitiva como lo es la Premier League. Y por si fuera poco, en estos doce encuentros ha vencido a equipos como Tottenham y Manchester United. Antes ya lo hizo con Arsenal y Manchester City. De todos los equipos que tiene por delante en la lucha por el título, solo le ha podido ganar el Liverpool de Arne Slot.
El Nottingham Forest es la última víctima de un conjunto voraz. Los de Nuno Espírito Santo también estaban desencadenando un período invencible, pero su tendencia positiva se vio truncada por la goleada que protagonizó el conjunto dirigido por el técnico español. Cinco goles que certificaron su eficacia en los tramos más ofensivos y que le permiten estar en la séptima posición de la tabla, a tan solo un punto de plaza europea. Un auténtico disparate.
Esta hazaña cobra más valor, si cabe, si tenemos en cuenta que este equipo coqueteó con el descenso y la plaga de lesiones que le han acompañado. El entrenador vasco ha afrontado todos los retos que la enfermería le ha planteado y ha seguido dotando a su equipo de un juego vistoso, con ritmo alto, con capacidad de competir – haciéndose fuerte en tramos finales de partido – y un carácter osado. Con exigencia, disciplina, sin encorsetar su guion, exprimiendo al máximo las posibilidades de su plantilla y sabiendo transmitir la importancia a todos sus jugadores, independientemente de sus minutos en el terreno de juego.
Este Bournemouth va disparado a superar su máxima puntuación histórica en Premier; algo que firmó el propio Andoni Iraola con una cifra de 48 en la pasada temporada; su primera en Inglaterra. ¿Dónde está su techo? Nadie lo vislumbra. Cuanto menos, lejano. Más si tomamos en consideración su corta trayectoria y lo lejos que apunta un entrenador que empezó su andadura en Chipre, siendo campeón de la Supercopa, y que maravilló en LaLiga a los mandos del Rayo Vallecano.
Que Iraola está para entrenar a un grande es algo que sabemos desde hace tiempo. Su desempeño nos hacía esperar un movimiento sonado, de mayores cotas, pero el técnico de Usúrbil aterrizó en un club modesto sin hacer ruido. Lo que no supimos apreciar entonces es que el reto de aprendizaje era máximo. Con las llaves del vestuario de los ‘Cherries’ no sumó sus primeros tres puntos hasta pasadas nueve jornadas. No se precipitó el club de Bill Foley, que dejó que el joven técnico implementara su modelo de juego con paciencia para que hoy podamos disfrutar de un equipo que, quizá, todavía nos puede sorprender mucho más de lo que ya lo ha hecho seduciendo desde el tapete. Iraola les ha dado la razón. Su apuesta por él solo podía ser un acierto.