«Me siento pleno». Así acabó el Toto Berizzo su rueda de prensa tras certificar su pase a la fase de grupos de Champions League con el Sevilla FC. «Es un gran honor y un gran desafío. Agradezco a mi plantilla hacerme vivir una noche como ésta». Así acabó el técnico argentino su rueda de prensa tras convertirse por primera vez, en un ‘entrenador con estrellas’.
ETAPA A ETAPA, PASO A PASO
Berizzo quiere afrontar una nueva etapa en su vida demostrando que ha alcanzado la madurez en el banquillo, haciéndolo en un club que también quiere dejar atrás su momento de adolescencia en el viejo continente. El de Cruz Alta dio sus primeros pasos como profesional cuando apenas cumplía los 14 años. Un tal Marcelo de apellido Bielsa lo vio jugar en su pueblo y se lo llevó a Rosario, a más de 100 kilómetros de su hogar. Allí, como cualquier niño, dependía de la llamada de su padre para levantarse de la cama, y de la ayuda -por teléfono- de su madre para hacer los deberes. Ella siempre quiso que su hijo no dejara nunca dejara de desarrollar su faceta intelectual.
La adolescencia la vivió disfrutando de lo que más le apasionaba: el fútbol. Y lo hizo tras tomar un decisión importante en su vida: dejar los estudios de Derecho. Una determinación secundada por su padre -fanático del balón como buen argentino- y apoyada por su madre -profesora-, a pesar de que prefería que su muchacho continuara formándose. Campeón con Newells con 22 años, continuó su carrera en México para volver a Argentina por la puerta grande. Con River Plate disfrutaría del sabor de la victoria y conseguiría hasta 4 títulos consecutivos en pocos meses. Su salto a Europa se produjo tras suceder uno de los acontecimientos más duros para el Toto. La pérdida de su padre. Sucedió tras volver de ver a su hijo con la camiseta del Millonario. Berizzo asumió su pérdida aunque siempre se decantó por no hablar de aquella tragedia, ni siquiera con su propia familia. Antes de llegar a Vigo hizo escala en Marsella, donde pasó sin pena ni gloria. Con el Celta se daría cuenta que su adolescencia quedó atrás. Se estaba convirtiendo en un verdadero hombre. Sus últimas apariciones sobre el césped fueron con la camiseta del Cádiz, aunque ahí ya planeaba cómo iba a continuar con su vida.
En sus últimos años como futbolista, el Toto ya sabía que su futuro estaba en los banquillos. Hombre de vestuario, de palabra fácil, compañero y amante de lo táctico. Dotado para comprender el fútbol y desarrollar sus ideas en una pizarra. Aún así, decidió ir a aprender con el mejor, aquel que tenía en su cabeza su mismo boceto, aquel que lo rescató de los campos de tierra para darle sentido a su vida. Marcelo Bielsa disfruta regalando su cátedra mientras Berizzo siempre se sintió un privilegiado por aprender de su maestro. Con la selección chilena aprendió, Estudiantes le sirvió para hacerle ver que nada sería fácil, con O’Higgins dio sus primeros pasos serios y en Vigo, ahora en el banquillo, se doctoró.
Pero la madurez la quiere alcanzar en Sevilla. Es en la capital andaluza donde el entrenador ha decidido mostrarse al mundo. Es ahí donde escuchará la sinfonía de Händel. Es ahí donde verá estrellas a la luz de la luna. Es ahí donde debe demostrar todo lo que aprendió a lo largo de su vida. Es ahí donde Berizzo debe alcanzar su madurez para convertirse en uno de los mejores técnicos del mundo. Es ahí donde debe construir el nuevo capítulo de su vida.
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