Claudia se levanta muy temprano porque antes de ir al colegio debe realizar una serie de ejercicios de técnica individual. Luego durante el día realiza cuatro entrenamientos de pista y tres físicos. En ocasiones se pierde clases y sus profesores, comprensivos, le cambian las fechas de los exámenes por tener que disputar un campeonato autonómico o nacional.
En febrero, la excusa de Claudia Gómez (Madrid, 2002) para faltar a su rutina estaba más que justificada: Había sido seleccionada para formar parte del Basketball Without Borders Global Camp, o lo que es lo mismo, un Campus formado por 53 jugadoras de todo el mundo organizado por la mismísima NBA y enmarcado en el All Star celebrado en Charlotte. Y Claudia fue la única española presente en esta edición.
“No me lo esperaba, la verdad. Soy más pequeña que las que van allí (dos años menos) y estaba súper nerviosa porque no sabía lo que me iba a encontrar. Pero estoy contenta con lo que hice”, cuenta la jugadora madrileña. Fueron cuatro días de entrenamiento, unas cuatro o cinco horas por la mañana, y después un pase VIP para disfrutar del All Star, donde disfrutó de estrellas como Luka Doncic. “Nunca le había visto en Madrid y me hizo mucha ilusión”.
Dar el salto
Lo más importante fue que, gracias a esta experiencia, su sueño está cada vez más cerca. Claudia quiere cursar su carrera universitaria en Estados Unidos y compaginarla con el baloncesto para algún día (ojalá), dar el salto a la WNBA. Y la plataforma perfecta hacia ese objetivo es el CB Torrelodones.
“Es un club que me gusta mucho, porque su idea principal es formar jugadoras, es lo que les caracteriza. Y es verdad que me han llamado la atención otros clubes, que te llaman y te dicen que puedes jugar Campeonatos de España, ganar más… Pero importa más cómo te formas. Para mí Torrelodones es mi segunda casa, siempre me han tratado muy bien y me han enseñado muchos valores. Es mi otra familia”, dice Claudia. Hace años que es un club que trabaja a la perfección la cantera y es una fábrica de crear jóvenes promesas. La mayor demostración es que las únicas jugadoras de clubes españoles que han acudido al campus del All Star forman parte del CB Torrelodones: La maliense Aminata Sangare y la propia Claudia.
La espinita de la madrileña, sin embargo, es el haber participado poco con la selección española. Tan solo acudió a una concentración para un Campeonato de selecciones autonómicas hace ya tiempo. Mantenerse en Torrelodones tiene su lado negativo: Menos visibilidad para entrenadores de la Selección y no poder dar el salto a la Liga Dia, la Primera División del Baloncesto femenino español. “Para eso creo que tengo toda la vida. Prefiero tener la experiencia de Estados Unidos, y luego ya veremos”, nos cuenta Claudia, que tiene como referentes a algunas de las estrellas de la vigente campeona de Europa. “Alba Torrens. Lo tiene todo en uno. Y Silvia Domínguez, que es bajita y demuestra que la altura no lo es todo. Yo soy más alta que ella pero… (risas)”.
También tiene ídolos en el lado masculino. “El Chacho es uno de mis favoritos, pero me identifico más con Ricky Rubio. Me parezco mucho a él en la forma de jugar y también porque empezó desde muy pequeño. Es una persona que siempre me gustó”.
Construyendo un futuro
La pasión de Claudia por el baloncesto viene de familia. “A mi madre le gustaba jugar. Y gracias a ella siempre tuve una canasta en el jardín. Nunca fui de muñecas, solo el balón”. De la entrada de su casa al patio del colegio, y de ahí al Torrelodones, donde entró de la mano de su hermana. Salvo en contadas ocasiones, siempre ha formado parte de equipos dos años por encima de su edad.
Así fue también en el campus de la NBA, en el que aterrizó gracias a un vídeo con ‘highlights’ que ha ido perfeccionando con los años. Será también su pasaporte hacia una universidad estadounidense, de la que espera formar parte dentro de dos veranos. Una figura importante en el proceso es Uros Dragicevic, entrenador serbio que la dirigió durante cuatro años en Torrelodones. “Es una de las personas que más me han marcado porque siempre ha estado a mi lado. Ha entrenado conmigo por la mañana, al mediodía, entrenamientos individuales… Es una persona que siempre ha confiado en mí y me ha ayudado muchísimo. Gran parte de lo que sé se lo debo a él”. Dragicevic es precisamente la persona que le aporta el plus de físico que no se trabaja con asiduidad en el sur de Europa y del que presumen en los países escandinavos y, por supuesto, en la NBA.
Claudia quiere seguir los pasos de su amiga Alba, que hace exactamente un año realizaba el mismo campus antes de dar el salto a la NCAA con la universidad de Wyoming. Para ello tendrá que pasar por unos exámenes de acceso semejantes a la selectividad española (que también hará, por lo que pueda pasar) y sacar una nota suficiente para jugar en una división de nivel alto. Será entonces cuando tenga que elegir entre becas de diferentes universidades. ¿Y que vendrá después? “Quiero seguir jugando al baloncesto, ser profesional, aspirar a lo más alto”. Con sacrificios como los de nuestra protagonista, los sueños se cumplen.
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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