El título de este artículo parece un oxímoron, pero esta temporada se presenta como la más interesante en la Conferencia Este de la NBA de lo que llevamos de década. El sheriff LeBron James se ha ido a Hollywood. La batalla por el lado atlántico de los Estados Unidos ha comenzado.
El Este ha sido el coto privado de LeBron desde la temporada de 2011, cuando tomó la decisión de llevar su talento a Miami: ocho Finales NBA seguidas, cuatro con los Heat y cuatro con los Cavs. Nadie puede presumir de una hazaña similar, a no ser que haya jugado en los Celtics de los sesenta. Su marcha deja vacío un trono al que aspiran unos cuantos equipos.
Desde la pole parte el equipo que la pasada campaña puso en jaque al Rey: los Boston Celtics. Jóvenes, pero sobradamente preparados. Si Irving y Hayward vuelven en forma tras sus graves lesiones y si Tatum confirma como sophomore lo que demostró como rookie, los orgullosos verdes deberían regresar a unas Finales nueve años después de las últimas. Un equipo profundo y con un entrenador que ya es top 5 de la liga tirando por bajo.
Otra franquicia de la que se espera mucho son los 76ers. El Proceso ha entrado en su siguiente fase: la de ir a por todas en Playoffs. Embiid es una bestia y Simmons, un triple-doble andante. Falta ver si Fultz se asienta tras esa extraña lesión que dejó en catorce sus partidos como novato. La NBA se frota las manos ante la revitalización de la rivalidad Sixers-Celtics.
Un peldaño por debajo aparecen Raptors y Bucks. Los canadienses, el mejor equipo del Este la temporada pasada, tropezaron por tercera vez consecutiva en la misma piedra (LeBron James) y la era DeRozan-Casey finalizó de forma repentina. Ha llegado Kawhi Leonard tras un último año en San Antonio propio de Expediente X. Estamos hablando de una superestrella de la liga, pero en Toronto se arriesgan a que sea un ligue de una noche. Los rumores apuntan a que el alero quiere jugar en casa, en Los Ángeles. El futuro de la franquicia, para bien o para mal, dependerá de este año.
En Milwaukee estrenan pabellón y entrenador. Jason Kidd y el interno Joe Prunty dejan paso a Mike Budenholzer. Giannis Antetokounmpo por fin será dirigido por un técnico de categoría. El griego, que no ha parado de progresar desde que llegó a la NBA, es alfa y omega para los de Wisconsin. Ahora queda que los demás den el paso (si las lesiones lo permiten) en un equipo que no gana cincuenta partidos en una temporada regular desde 2001.
Lejos de la contienda están Pacers (sorpresa positiva del Este la última campaña), Heat (en el último baile de Dwyane Wade), Wizards (a ver cómo funciona ese vestuario), Hornets (Playoffs o reconstrucción) y Pistons (primer año completo de Blake Griffin).
¿Y qué hay de los Cavaliers? Aunque muchas veces se empeñaron en demostrar lo contrario, alrededor de LeBron había buenos jugadores, algunos de ellos All-Star. Kevin Love tiene ante sí el reto de llevar a un equipo a Playoffs (algo de lo que no fue capaz en Minnesota). Y si quieren aspirar a un nuevo contrato decente, los J.R. Smith, Tristan Thompson, Jordan Clarkson y compañía van a tener que mejorar la imagen mostrada en los últimos Playoffs.
Puede que el Este no tenga la aglomeración de estrellas del Oeste y que sus billetes de Playoffs vayan a estar más baratos. Pero cuando llegue la contienda por llegar a las Finales, habrá más interés por ver quién es el representante del Este que por el del Oeste.
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