La temporada del Leicester, a pesar de que todos esperábamos un bajón, está siendo decepcionante. Los de Ranieri se han marcado como objetivo salvarse rápido en liga para centrarse en la Champions pero todavía queda mucho por jugarse en Premier. Aunque el camino en Europa ha sido maravilloso –quitando la humillación de Oporto- en el campeonato doméstico ha faltado fútbol. Es verdad que el vigente campeón no triunfó el curso pasado por ser el más atractivo pero sí por saber lo que hacía y, sobre todo, defendiendo muy bien. Este año, sin embargo, el equipo ha sufrido atrás.
Asimismo, los problemas en la zona defensiva han provocado cambios tácticos. En Middlesbrough el técnico de los foxes decidió colocar un 4-4-2 en rombo dejando a Mahrez en la punta con Ulloa. Tras una temporada de alegrías con el 4-4-2 inamovible, Ranieri este curso cree que debe cambiar algunas cosas. Pero a la hora de entender esta decisión también hay que interpretar el contexto. El movimiento del transalpino es muy inteligente.
Ante la sobrecarga de partidos en navidades Ranieri intuyó el cansancio de sus jugadores de banda –aparte de la sanción a Gray por mal comportamiento- colocando a más centrocampistas y repartiendo minutos a cada uno. El experimento, obviamente, trajo algunos problemas pero los foxes consiguieron salir de Riverside con un punto.
El Sevilla, seguro, estará atento a todos estos cambios. A pesar de que la permuta venía justificada por la ingente cantidad de encuentros en Inglaterra esta es una variante que los hispalenses deben tener en cuenta. King y Amartey, que jugaron en los costados del trivote, sufrieron para llegar a las ayudas por lo que Adama Traoré hizo mucho daño a Fuchs. Aunque queda mucho para la Champions hay que empezar a pensar en ello. Habrá que ver cómo pasa este mes el Leicester y como llega al choque europeo. ¿Trivote o jugar con dos bandas? Ranieri lo sabe.