Corren aires de cambio y revolución en el calcio. La luz ya se divisa al final del túnel. Un túnel larguísimo. Tras varios lustros de penumbras y una nostalgia atroz por el neón y la gloria que desprendían los benditos noventa y el principios de siglo, el fútbol italiano se abraza a un nuevo renacer.
La Serie A es ahora mucho más abierta, sin dinastías rossoneras ni monopolios bianconeros. Tres campeones diferentes en los tres últimos scudettos. Más goles y menos corsés. Los veteranos ilustres cotizan a la baja y aparecen cada vez más jóvenes. Ya no hay defensas imperiales con pelazo, pero hay mucho talento en ciernes, hambre y ganas de cambiar el statu quo que venían fijando ingleses, españoles y alemanes. Los mejores extranjeros siguen sin pisar Italia, salvo en vacaciones, pero se están forjando otros que dominarán el tapete en breve.
Las pizarras también florecen. Thiago Motta, Gian Piero Gasperini, Simone Inzaghi, Vincenzo Italiano, Roberto De Zerbi, etc… entrenadores estimulantes, modernos, que presentan un libro de estilo repleto de dinamismo, variantes y que se alejan del cliché del catenaccio.
Una Atalanta, más diosa que nunca, que salió campeona en Dublín tras maltratar y desnaturalizar al equipo de moda en Europa. Una Fiorentina tenaz, con personalidad y sin fortuna, que en ausencia de primeros espadas como eran Batistuta y Rui Costa, ha rozado dos títulos europeos en un año. Mucho mérito. Un Bologna desacomplejado que mucho tiempo después vuelve a la Copa de Europa tras sentarse a comer en una mesa alta y meter la mano en el plato de los mayores. Una Roma que tiene hambre y se nutre del carisma y ascendencia de Daniele De Rossi, como un cachorro se alimenta de su madre: la loba.
Un Inter pétreo, maduro y letal, que rozó la Champions League el año pasado. Un Milan que deja de mirar a los de treinta y tantos para mirar a los de veintipocos. Un Napoli que salió campeón hace 12 meses con la batuta de un Luciano Spalletti, que ahora aterriza en Alemania con la misión de defender el trono continental de la ‘Azzurra’. Y la Juventus, bueno, la Juventus fue, es y será el ‘coco’. Un coco dormido, sí, pero siempre vuelve, como el lunes. Es cuestión de tiempo.
El historiador y artista Giorgio Vasari fue el primero que utilizó la palabra «Renacimiento» (rinascita) para describir la ruptura con la tradición artística medieval, a la que calificaba como un estilo de ‘bárbaros’, que más tarde recibirá el calificativo de gótico. El renacimiento era una expresión artística inspirada en el amor. El fútbol italiano renace y ‘el calcio es de quien lo ama‘. Todo vuelve, todo encaja. Será la primavera.
