La Coupe de France, ese torneo que a veces regala cuentos de hadas y otras confirma la ley del más fuerte, esta vez fue un desfile de superioridad parisina. El PSG de Luis Enrique no solo ganó: arrasó al Reims (3-0) en una final sin suspense, sin épica y sin espacio para la sorpresa. Fue un monólogo de los de siempre, una fiesta privada en la que los invitados apenas se atrevieron a probar el canapé.
El guion más previsible
El Stade de France, repleto y expectante, esperaba algún gesto de rebeldía del Reims, que regresaba a una final tras 48 años de ausencia. Pero el PSG, con la mirada puesta en el triplete, no concedió ni el beneficio de la duda. Barcola, titular de última hora, firmó un doblete en los minutos 16 y 18, ambos a pase de un Désiré Doué que se está ganando a pulso el cartel de revelación de la temporada. Achraf Hakimi, justo antes del descanso, rubricó el tercero tras asistencia del propio Barcola. Partido sentenciado antes de que la noche cayera sobre Saint-Denis.
El Reims, más preocupado por el inminente playoff de descenso que por la gesta, fue un espectador más. Su técnico, Samba Diawara, lo había advertido: “La Copa es importante, pero lo urgente es salvarnos”. El equipo, que no había perdido ante el PSG en liga esta temporada, se vio desbordado por la presión adelantada y la calidad individual de los parisinos. Ni siquiera la inspiración de su portero Diouf evitó la goleada; solo la falta de acierto y el poste impidieron una ventaja aún mayor.
Luis Enrique, a un paso de la historia
Con la Ligue 1 conquistada con semanas de antelación y la Coupe de France ya en la vitrina, el PSG de Luis Enrique acaricia el triplete. Solo el Inter de Milán, en la final de la Champions League, separa al técnico asturiano de repetir la hazaña lograda con el FC Barcelona en 2015. El PSG, que ya presume de 16 Copas de Francia -seis más que el Marsella-, busca ahora el único trofeo que se le resiste en la era catarí.
