Hace poco planteábamos una pregunta en el twitter de SpheraSports: ¿Cuál fue el primer partido que viste en un estadio? Nos llegaron multitud de respuestas, todas dejando claro una cosa: el primer partido en vivo es inolvidable. Para mí supuso algo más que un partido pues también fue el principio de mi amor por el Celta de Vigo, os lo cuento.
Muchos de nosotros somos de un equipo desde que tenemos consciencia. Sin saber muy bien por qué, un día decidimos que ese sería nuestro escudo, nuestros colores, y esos futbolistas, nuestros guerreros. Otros sí tienen claros los motivos de su elección, en ocasiones más temprana y otras veces hace no tanto.
A nivel personal, soy del Barça desde que tengo uso de memoria. Como a muchos de los que estaréis leyendo esto, mi equipo me viene de familia. Recuerdo ver los partidos del Barcelona con mi abuelo antes de que él falleciera teniendo yo siete años. No recuerdo cuando Ronaldinho llegó al club blaugrana pues yo tenía apenas cuatro años, pero sí recuerdo saltar del sofá con sus goles y sus jugadas maravillosas al mismo tiempo que las celebraba con mi abuelo. Él ya no tenía esa energía propia de un niño pequeño y prefería celebrarlos sentado mientras yo daba botes por el salón. Después él se fue, pero me dejó su amor por el Barça. Por motivos relacionados con el fútbol solo recuerdo haber llorado en dos ocasiones: una en la despedida de Leo Messi, la otra cuando me enteré que Ronaldinho se iba del Barça. Viéndolo ahora, creo que no entendía realmente lo que significaba, pero yo me quedé con que Ronaldinho no iba a jugar nunca más para el Barcelona, y se podría decir que él fue el motivo que me hizo amar este deporte.
Ya sin Ronaldinho y, sobre todo, sin mi abuelo, seguí viendo los partidos del Barça, unas épocas más y otras menos, pero yo era blaugrana de corazón. También recuerdo los piques con mi padre, que no seguía tanto el fútbol pero era del Madrid por llevarme la contraria. Yo, siendo de un pueblo cercano a Vigo, era culé. En estos años el Celta jugaba en Segunda División y yo no sabía ni decirte tres jugadores celestes. En el 2012 ascendieron y siendo sincero me alegré más porque Messi y compañía iban a venir a Vigo que por el propio ascenso. Yo era del Barça y punto.
La temporada fue pasando y llegó el momento del Celta vs Barcelona. Sin nadie que me acompañase, el Marcos de 13 años se fue solo a Balaídos en el autobús de la peña celtista del pueblo, sin conocer a nadie. No podía perdérmelo. Para entrar, conseguí un carnet de socio prestado que ponía claramente «+65 años» y según el cual yo me llamaba Antonio. El delito se puede confesar, además de que ya ha prescrito y es el pan de cada día en los estadios. Me senté en «mi asiento» de tribuna con una camiseta del celta puesta -tenía que parecer celtista sino no iba a colar que entrase con un carnet de socio- y me dispuse a pasármelo bien. Recuerdo quedarme boquiabierto viendo a los futbolistas, para mi se hacía extraño ver que eran personas normales, los tenía endiosados. También recuerdo perfectamente el pelo rubio recién teñido de Dani Alves, jamás se me olvidará.
Aquel partido tuvo un poco de todo. El Celta se adelantó con gol de Natxo Insa al 37′, aunque poco tardó Tello en empatar para el Barça. En la segunda parte Messi marcó el 1-2, un momento inolvidable. Ver un gol de Messi en directo con 13 años supuso para mí más de lo que la razón puede explicar. Pero el Celta no había dicho su última palabra y, al 87′, el legendario Oubiña lo empató. Balaídos se vino abajo y yo, pese a que era del Barça, fui uno más en la celebración. La atmósfera del estadio me cautivó y, pese a que le habían rascado puntos a mi equipo, estaba feliz. Yo no lo sabía pero era el principio de mi amor por el Celta.
Desde aquel día comencé a seguir al Celta como un aficionado más. Quizá un poco forzado, pero yo quería integrarme en aquel ambiente del estadio, ser uno más y poder vivirlo habitualmente, no solo cuando venía el Barça. Mi romance con el equipo celeste no tuvo un inicio tan profundo como con el Barcelona pero me daba igual, yo era del Barça y del Celta, con todo lo que eso supone. Los del equipo chico te dicen que no eres un fan de verdad porque apoyas a uno de los oligarcas de la liga, y los del Barça algo parecido pero tirando por el factor proximidad.
Efectivamente, me hice del Celta por ir a ver fútbol al estadio, eso no me hace más ni menos fan que el que tengo al lado. Simplemente significa que vivo el fútbol de una manera que, quien no es tan aficionado al deporte, no puede entender. Para mi yo de 13 años el ambiente del estadio fue inolvidable, y si lo juntas con que estaba viendo a aquellos jugadores que en mi cabeza no podían ser reales… Yo me volví para casa atontado, en una nube. Con cada persona que lo hablo llegamos a la misma conclusión: el primer partido es inolvidable.
Imagen de cabecera: Getty Images
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