El antiguo Wembley acogía uno de los choques más importantes de la historia del fútbol inglés en años. Inglaterra se enfrentaba a Alemania en las semifinales de su Eurocopa. Con aquel precedente del que es fácil acordarse –el Mundial de 1966- la gente se ilusionó pensando en triunfar tras muchas décadas hermanados en el fracaso. Pero, en ese duelo, no recordaron aquella frase tan lapidaria cuando te enfrentas a los germanos: “el fútbol es un deporte que juegan once contra once y que siempre acaba ganando Alemania”. Entonces, cuando ambos habían derramado sangre, sudor y lágrimas el destino se encontraba con el punto de penalti.
Allí iba Southgate, ya en la muerte súbita, con el pulso por las nubes. Un chico humilde, central, que acababa de llegar al Aston Villa con toda la responsabilidad. Las cruces de San Jorge ondeaban con el estadio absolutamente abarrotado. «We still believe» cantaban algunos… Pero falló. Inglaterra volvía a caer. Se hicieron canciones, como el maravilloso “Three Lions” el himno de aquel campeonato que acabó en drama y luego se convirtió en “Three Lions 98” con su fallo de la tanda en el inicio del videoclip. Siempre con ese humor británico tan brillante que tuvo una de las mejores generaciones de su historia con Gascoigne, alcohólico en la actualidad, como héroe. Pero aquella oportunidad nunca ha vuelto a florecer.
Inglaterra, cuatro lustros más tarde, sigue sin aprender. Allardyce fue despedido tras su lío con la federación y entonces éstos se encontraron en una tesitura muy compleja. La prioridad era firmar a un técnico del país pero la realidad es que no había un mercado demasiado amplio. Estaba el espléndido Eddie Howe que había llevado al Bournemouth a la Premier en menos de lo que canta un gallo. Sacarlo de la costa sur, sin embargo, iba a provocar más de un problema con el club por lo que se optó por tirar de abajo. En la sub 21 habitaba Southgate un hombre con un currículum modesto pero de intachable profesionalidad.
El técnico de Watford tuvo cuatro encuentros para demostrar que podía ser un buen seleccionador y a pesar de que sus registros no son una maravilla -dos empates y dos victorias- la federación ha decidido darle un voto de confianza. Tendrá cuatro años para poner a su nación en la cumbre. Quién sabe, igual veinte años después Southgate se toma su revancha.