En la comarca del Cava, en términos futbolísticos, sobrepasar al FC Vilafranca es utópico. El decano de la región, situado en tercera división, se encuentra en auge habiendo rozado la pasada campaña la Segunda División B. El año pasado el Atlético Malagueño fue el único conjunto que pudo privar a los de Iván Moreno de un ascenso histórico a la categoría de bronce. Pero ha llegado un chico de 1996 decidido a que hablen de él. A unos kilómetros de la capital nació Marc Roca un joven que quemó etapas en el Espanyol desde los 10 años para llegar a la primera plantilla. En La Granada, lugar donde se crió, conocen su calidad.
El 26 de agosto llegó el día. El RCDE Stadium se percató, tras su fantástico encuentro, que tenía una estrella en ciernes. El mediocentro, siempre bien colocado, fue el encargado de llevar el peso del equipo, sacando la pelota siempre desde atrás. Como si de un veterano se tratara, pidió el balón y mostró su gran visión de juego. Pases a tres, a diez o a treinta metros. No importaba. Aquella noche, además, tuvo la responsabilidad de tratar de cerrar huecos a Juanpi, mediapunta venezolano de un nivel estratosférico. En defensa, a pesar de ello, estuvo correcto.
Quique Sánchez Flores, también, merece una mención aparte. El madrileño es de aquella estirpe de técnicos incapaces de mirar el DNI a la hora de alinear. Algo contrario a muchos, que optan por poner al veterano de turno. Sus palabras son la mejor prueba: “A Marc Roca le abro las puertas de par en par. Me encanta cuando viene un jugador joven de abajo y tiene las ganas de jugar que demuestra”. Más claro el agua.
Con la llegada de Roca y el fichaje de Javi Fuego, el doble pivote perico ha cambiado por completo. Víctor Sánchez, centrocampista contrastado, se ha convertido en un lateral izquierdo. Una variante táctica interesante ya que los blanquiazules tienen un constructor más en la salida por banda, un sitio por el que estadísticamente se pierde muchísimo el cuero. Diop, aun así, también está contando con minutos. Flores en el centro tiene un bendito problema.
El FC Vilafranca, de nuevo, deberá hacer un curso de ensueño para que no solo se hable del niño de La Granada. Un club en el que sus dos hermanos mayores juegan en el filial y que miran con tremendo orgullo lo que está haciendo Marc. Debe mantener los pies en la tierra. En el Alt Penedés, mientras, trataremos de desear que nuestro decano suba a Segunda B, que Moja y Atlètic Vilafranca no sufran en Segunda Catalana y que el Hortonenc, en Tercera Catalana, se mantenga. Y que Roca, por supuesto, siga triunfando.