Hay momentos muy duros en la vida del futbolista. El más cruel, seguramente, es aquel en el que tras una carrera exitosa te relegan al banquillo. Phil Jagielka, tras llegar en 2007 al Everton y convertirse en el mejor central del club y, además, el capitán, no juega.
La aparición de Mason Holgate es una de las razones por las que el ex del Sheffield United no cuenta para Koeman. Sin embargo, el ex del Barnsley no es el titular cuando los de Goodison salen con 4 atrás ya que los indiscutibles Funes Mori y Williams no se mueven. Es decir, que él es el cuarto central de la plantilla. Pero la pregunta es: ¿Está Jagielka tan mal?
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El inglés, para empezar, fue convocado para la selección en noviembre a pesar de que él mismo reconociera que “era muy difícil” su vuelta unos meses antes. Por aquella época ya había perdido su puesto en el once y el Everton estaba en el peor momento de la temporada. La derrota en Southampton (1-0 con una imagen pobrísima) fue el primer síntoma de que algo no iba bien. Al siguiente duelo no jugaría.
Jagielka, capitán durante el fatídico partido contra el Southampton | Mike Hewitt/Getty Images
Desde esa fecha el Everton ha disputado doce encuentros más en los que solo ha jugado tres. Ya reconoció a la prensa que posiblemente “había perdido su sitio” y los hechos lo están demostrando. Su presencia en el próximo compromiso internacional es una utopía porque, simplemente, jugará poco en su club a no ser que una plaga de lesiones obligue a su técnico a tirar de él.
A pesar de todo, el capitán nunca ha dicho una palabra por encima de la otra: “Es frustrante no jugar pero lo único que puedo hacer es seguir trabajando hasta que llegue mi oportunidad. No puedo quejarme porque no es mi estilo”. Jagielka, asimismo, ha tenido que sufrir muchas críticas en las redes sociales que le hicieron enzarzarse con algún fan en los últimos meses. Su situación no es fácil. De ser lo máximo a tener que ver como tus compañeros celebran algo que tú no sientes, que ya no es tan tuyo pensando incluso que estás apartado. Quien lo haya vivido lo sabe. Es el ocaso de Jagielka.