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El lado oscuro de los eSports

El deporte electrónico está de moda. Se ha convertido en un espectáculo de reclamo internacional, seguido por millones de espectadores alrededor del mundo. Según un estudio de la empresa Global Esport Market Report, en 2016 se superaron los mil millones de seguidores a nivel mundial, cifra que no para de crecer. Y como cualquier otro deporte tiene equipos conocidos en todo el mundo y estrellas con sueldos millonarios. Son muchos los jugadores que buscan dedicarse profesionalmente a cualquiera de los videojuegos de las competiciones más importantes, y para ello se pasan horas delante de la pantalla. Al igual que puede pasar en el fútbol o el baloncesto, se suele llevar un estricta rutina de entrenamiento, descanso y alimentación, que suele ir acompañada de una preparación física. Sin embargo, al igual que en el deporte tradicional, tiene un lado oscuro del que pocos hablan.

Una de las mayores virtudes que debe tener un jugador de eSports es la concentración. Se estima que un profesional puede entrenar 14 horas al día, más que en cualquier otro deporte. Estar tantas horas seguidas puede mermar tu capacidad de atención y hacerte perder habilidad. Sin embargo, ante tanta exigencia y en un mundo donde se mueve tanto dinero, ya han aparecido los primeros tramposos que buscan como sea mejorar su rendimiento.

En 2015, el jugador de Counter Strike GO, Kory “Semphis” Friesen reconoció que su equipo tomó Adderall para la disputa de la ESL en Polonia. El Adderall es un fármaco utilizado para tratar trastornos como la hiperactividad y el déficit de atención. “Solo había que escuchar nuestra comunicación durante la partida para darte cuenta”, aseguró en una entrevista poco después del torneo. Este hecho provocó que se fortaleciese la lucha contra el dopaje. La Federación Mundial de Deportes Electrónicos se asoció con la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para establecer unas normas al respecto. Otras empresas como al ESL han establecido una regulación propia para mantener las trampas lejos de sus torneos. Sin embargo, parece que todavía sobrevuela la idea de que no todo el mundo está realmente limpio.

Peter ‘dupreeh’ Rasmussen durante el Major Championship del Counter Strike | Kevin C. Cox/Getty Images

El dopaje no es la única lacra de los eSports. Algunos profesionales ya han sido denunciados por el uso de ‘hacks’ tanto en competición como fuera de ella. Esto son trucos que permiten, entre otras cosas, apuntar de forma más precisa, ver a través de las paredes o moverte más rápido. Estos trucos son más habituales en los denominados “shooters”, como el Counter Strike o el Call of Duty, aunque también se han visto en otro tipo de juegos. En países como Corea del Sur, donde el deporte electrónico es de interés nacional, han aprobado una ley con penas de cárcel para aquellos que utilicen ‘hacks’. Dichas penas podrían llegar a los cinco años de prisión, además de multas de hasta 43.000 dólares.

Ya se han creado organizaciones independientes que buscan luchar contra el lado oscuro de este deporte, tanto a nivel profesional como amateur. El pasado verano se creó la eSport Integrity Coalition (ESIC) en Reino Unido. Según sus estatutos «elaborará normas, investigará infracciones y procesará a aquellos que las incumplan, a la vez que trabajarán en evitar esos casos que surgen en primer lugar». La mayor parte de sus esfuerzos se centraran en acabar con el dopaje y en la compra de partidos, hecho menos común pero también practicado entre equipos profesionales. Su comisario, Ian Smith, ha trabajado, entre otras instituciones, en el Comité Antidoping británico, y tiene años de experiencia en la lucha contra las trampas en el deporte.

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