Cuando en enero de 2019 el Benfica despidió a su entrenador Rui Vitoria y dio la alternativa a Bruno Lage, técnico del filial, a João Félix le cambió la vida. Hasta la fecha, el jugador luso había comenzado a asomar la cabeza en el primer equipo lisboeta ejerciendo casi siempre de revulsivo y acostado en la banda, pero con la promoción del técnico de la cantera su posición en el campo cambió, y también su proyección a futuro, ya presente. Se da una circunstancia curiosa. Desde que apenas era cadete y fue fichado del Oporto, João Félix ha tenido la competencia de Jota por un puesto. El extremo, hoy cedido en el Celtic, parecía incluso llevarle la delantera en ocasiones, pues iba debutando antes con las categorías inferiores de Portugal y contaba más en los informes internos de su club. De la misma quinta, separados solo por seis meses, se pisaban, aunque en muchas ocasiones jugaban juntos, y cierto es que para juntarles a los dos en los partidos era João Félix el que terminaba desplazado a la banda derecha o a la parcela central del campo, donde no estaba tan cómodo, aunque rindiera mejor. Cuando João Félix aceptó renovar por una cláusula de 120 millones de euros y Jota se negó a lo mismo, de alguna manera el Benfica decidió castigar al segundo y apremiar al hoy jugador del Atleti, que dio el paso definitivo que le quedaba para llamar a la puerta del primer equipo.
Fue entonces en la temporada 2018-2019, en la que João Félix empezó como un jugador de banda izquierda, como recambio de Cervi. Un papel que tenía absolutamente interiorizado porque era ahí donde solía jugar con las inferiores de Portugal, y porque era ahí donde se había formado como jugador en el Benfica, por mucho que luego, sobre el césped, el baile de piezas y esa disputa individual con Jota le hiciera salir a unas zonas que le eran menos naturales. Cierto es que nunca fue un extremo al uso, de esos que abundan en las canteras lusas, y más bien un organizador caído a banda. Cuando Bruno Lage cogió las riendas del primer equipo, se dio cuenta de una situación que iba a hacer mejorar al equipo: João Félix era determinante jugando más adelantado. Así, no solo empezó a darle minutos como titular, sino que le hizo olvidar la banda y le emparejó en punta con Seferovic. Jugando más atrás, João Félix ralentizaba mucho el juego, sufría demasiadas faltas en zonas donde no se generaba peligro, pero cerca del área tenía una facilidad para hacer gol que hasta entonces no había visto nadie. Desde que Bruno Lage cogió las riendas del equipo, João Félix marcó 17 goles y dio 11 asistencias en los 29 partidos que jugó (Con Rui Vitoria había hecho tres goles en 14 partidos). No se perdió ninguno y fue titular en todos. El Benfica, que parecía desahuciado a mitad de temporada, remontó 9 puntos al Oporto en cuatro meses y acabó llevándose la Liga. Lo cierto es que, aunque todo el mundo en el seno del Benfica coincidía en que João Félix rendía mejor como delantero, muy pocas veces había jugado ahí en su fase formativa. “Para mí es delantero, aunque puede jugar de falso 9, de 10 o caído en banda”, aseveraba João Tralhão, a quien se le puede etiquetar como su descubridor, aquel entrenador que monitorizó toda su carrera en el filial del Benfica desde que llegara a los 15 años y le hizo dar un paso adelante con el equipo juvenil.
Así, cuando el Atlético fue en verano de 2019 a por su fichaje, lo hacía realmente a por un jugador que no se había terminado de definir. A caballo entre la banda y la mediapunta en sus años de formación, resulta que su impacto en el profesionalismo se había dado en esos cuatro meses que había jugado en punta. “Tiene talento para jugar en todas las posiciones ofensivas, ya sea en banda, detrás de un delantero o de referencia, pero a mí me gusta más jugando arriba”, admitía Bruno Lage, que no dudaba en afirmar que el propio jugador donde más cómodo se encontraba era jugando entre líneas, aunque tendía a tirarse siempre a la izquierda. Quizás, por eso el Atlético, cuando acometió su fichaje, lo hizo pensando en que João Félix podía ser un generador constante de situaciones más que un finalizador, algo así como esa pieza que al equipo le faltaba desde Arda Turan, el jugador que diera la pausa, que tuviera el balón cuando nadie lo quisiera y crease todo el peligro ofensivo. En la temporada 2019-2020, Simeone se hartó de repetir en ruedas de prensa de pretemporada que tenía muy claro el sistema de juego que iba a querer usar en la temporada, juntando a Morata y Costa en punta. El argentino quería jugar con falsos interiores y aprovechar la profundidad de los recién llegados Lodi y Trippier, algo que ya había hecho en sus primeros meses con Juanfran y Lodi haciendo a Diego y Arda esos falsos jugadores de banda que acababan jugando por dentro. João Félix arrancó el curso ejerciendo ese papel, jugando en banda, intercambiando la izquierda y la derecha, pero con absoluta libertad para moverse por dentro y asistir a los delanteros (algo que no tenía en el repliegue defensivo y donde se perdía) pero las lesiones arriba, sobre todo de Costa, e incluso del propio portugués, hicieron que fuera cambiando constantemente de posición y que realmente no pareciera encontrarse cómodo del todo en ninguna.
Simeone es el máximo valedor de João Félix en el Atleti. Por mucho que se diga, por mucho que venda el relato de enfrentarlos y que por ello las portadas suelan contar todo lo contrario. El argentino sabe del talento de su jugador y siempre ha sido consecuente con el rendimiento que ha tenido. En su primera temporada, de adaptación, João Félix jugó siempre que estuvo disponible y solo en un encuentro se quedó en el banquillo estando apto para jugar desde el inicio (en el resto de partidos que fue suplente, que fueron siete, en cinco de ellos salía de lesión y en los otros dos simplemente le dio descanso en esas 11 jornadas de Liga que se jugaron en mes y medio tras el parón por la pandemia y en las que el Atleti jugó cada menos de 70h). Aquel partido fue ante el Leipzig, en Champions League, aunque cierto es que el luso se había pasado el tramo final de la temporada (los últimos 3 partidos) lesionado y que en ese tiempo Marcos Llorente y Carrasco le habían comido la tostada jugando como escuderos del punta. “Sinceramente, cuando llegó al Atlético no esperaba que tuviera una primera temporada consolidada. Necesitaba la adaptación que necesita cualquier jugador cuando cambia de vida y de país. Hizo una temporada muy positiva, no podemos olvidar que es un chico de 20 años que cambió Portugal por España”, reconocía quien más le conocía, João Tralhão.
En la segunda temporada, el luso dio un gran giro desde el verano. Más musculado, más hecho a un campeonato más exigente, se le vio adaptado desde pretemporada y el primer parón de selecciones lo corroboró. El Atlético se ilusionó. Parecía un calco, en términos de adaptación, de lo que había pasado años antes con el Kun Agüero. El físico era algo esencial para João Félix, un gran punto débil que siempre había tenido en su fase formativa, contando con que los rivales buscaban siempre el contacto con él e ir al choque a la mínima. Por eso, por el físico, era por lo que raramente João Félix jugaba partidos completos y por lo que tardó tanto en dar el salto al primer equipo. Tralhão apuntaba que ya en partidos de Youth League o con el Benfica B solía desaparecer en las segundas partes. “Sabíamos que no era un jugador para subir al primer equipo con 17 años, porque le faltaba físico y no tenía todos los conceptos tácticos, aunque tuviera todo el talento”.
Pero en ese segundo año en el Atleti, eso empezó a cambiar. João Félix arrancó siendo importante en la primera vuelta, jugando muy bien entre líneas detrás de Luis Suárez y entendiéndose muy bien con Correa, pero desapareciendo del once titular en la segunda. Luego, cuando acabó la campaña, supimos que el jugador había estado jugando lesionado desde diciembre, que aguantó seis meses hasta verano jugando con dolor e infiltraciones y que se operó nada más terminar la Eurocopa. Fruto de aquella cirugía, en esta su tercera campaña, no hizo pretemporada y arrancó más tarde que el resto el curso. Cogió ritmo de competición más tarde y siempre fue a pie cambiado, porque el día que volvía fue expulsado y le cayeron dos partidos de sanción. Pero sobre todo, porque cuando parecía que cogía ritmo, se lesionaba. Las lesiones han sido quizás su mayor enemigo desde que fichó por el Atleti. Hasta 11 lesiones distintas en menos de tres años que le han hecho perderse 26 partidos y que le han tenido entre algodones o con restricción de minutos otros tantos. Desde que llegó, solo Giménez, Vrsaljko y Lemar se han perdido por lesión más partidos que él. “Es normal que suceda y yo predije que iba a pasar porque el cambio de intensidad ha sido grandísimo para él”, exponía Tralhão al término de la pasada campaña.
A esto se sumaba un problema añadido. Quizás por desconocimiento, quizás por falta de madurez, quizás por desgana o quizás por un poco de cada una, João Félix no era generoso en el esfuerzo. No entendía cómo había que defender. No sabía hacerlo en cada momento y desconectaba de los partidos con facilidad. Eso, que le había afectado ya en el pasado, era criminal en un equipo que trabaja con la premisa de que “el esfuerzo no se negocia”. Eso que le había generado problemas en el vestuario de Portugal antes de la Eurocopa y que le había supuesto ya algún enganchón con algún peso pesado del equipo luso. Eso con lo que, a su manera, Simeone tiraba de las orejas el pasado verano. “No sabes lo bueno que es João Félix. Pero le falta ese saber entender que hay que jugar siempre a la máxima intensidad y no desconectar. Hablamos mucho, a diario, yo le pido que juegue siempre como partidos que ha hecho buenísimos, pero necesita tiempo de madurez para entenderlo”. Una declaración que no dudaba en reafirmar punto por punto Fernando Santos, su seleccionador, y una situación sobre la que también había pisado ya Bruno Lage: “Lo que le hace falta para mejorar sus puntos débiles es que debe esforzarse más para poder mantener un rendimiento alto de forma constante y tener continuidad”, decía aquel que hasta entonces mayor rendimiento le había sacado. Esa ausencia de sacrificio en momentos puntuales unida a la presencia de un Luis Suárez al que el físico no le da (y esa lesión de principio de temporada) ha provocado que João Félix haya jugado menos en el primer tramo de esta campaña de lo que venía haciendo en las dos anteriores. Juntar a dos jugadores que no rendían para el grupo supuso partidos como el de Anfield donde el Liverpool pudo atacar siempre en superioridad destrozando al Atleti. “No hay nadie mejor que Simeone para lograr que João Félix explote. Nadie mejor que él para saber qué posición tiene que ocupar en este Atlético y explotar todas sus virtudes”, defendía Tralhão, el descubridor del futbolista.
La salida de Luis Suárez del once y el paso adelante que ha dado João Félix han provocado que, en este último mes y medio, el luso esté mostrando una versión mucho más parecida a esa que en medio año enamoró a Europa con el Benfica. Quizás el espejo de lo que es Griezmann (dos veces Balón de Bronce jugando así), con quien se entiende a las mil maravillas dentro y fuera del campo, le haya hecho darse cuenta o madurar de una vez por todas y entender eso que le exigía Simeone hace solo unos meses. El caso es que João Félix ha encontrado una regularidad que llevaba meses sin disfrutar, ayudado también por ausencia de lesiones, y que, cerca del área, como ya predijo Bruno Lage, se le caen los goles de los bolsillos. Suma cinco goles y dos asistencias en sus últimos siete partidos, además de dibujar jugadas que han acabado en la red pero que no salen en las estadísticas como el tanto de Lodi en Old Trafford. Al Manchester, por cierto, le metió el gol idéntico que le catapultó a la primera plantilla del Benfica. “Cuando llegué al club no le conocía de nada, pero en un partido vi cómo metía un gol de cabeza rematando fortísimo a un balón que iba muy alto y se me ha quedado grabado para siempre. Solo por eso pensé que este chico iba a ser muy bueno y cuando me dieron la oportunidad le tuve que poner”, definía Bruno Lage cuando le preguntaron sobre el primer recuerdo que tenía de João Félix.
Ya no baja tanto a recibir el balón, por lo que ahora sufre menos faltas en zonas intrascendentes del campo. Esto, por cierto, aún no ha servido para bajarle de lo más alto en la estadística de jugador que más faltas por partido y por minuto jugado recibe de las cinco grandes ligas europeas. El buen momento de forma por el que pasa le ha supuesto volver a una convocatoria de la selección ahora cuando Portugal se juega el pase al Mundial en la repesca, ya sin margen de error, algo que había estado en entredicho porque no había acudido a la penúltima (cierto es que acababa de salir de una lesión) y en la última varios pesos pesados del vestuario luso se habían molestado con él por ciertos detalles que venían como coletilla del enganchón que hubo antes de la Eurocopa. Con el Atleti suma siete titularidades seguidas, en las que el equipo no conoce la derrota. Ha ganado seis y empatado uno. Ante el Rayo, en la última jornada, se fue del campo enfadado con algo menos de media hora por jugar. “Entiendo el enfado y que el jugador quiera jugar los 90 minutos. Y me gusta, porque eso significa que no es conformista”, ha dicho Simeone en ocasiones anteriores, al que se le han presentado ya problemas iguales con casos como Carrasco, Suárez o Llorente. También el propio João Félix en cursos anteriores. No es casualidad, que la mejor versión del portugués haya coincidido con la etapa en la que mejor parece entender todos los conceptos del equipo y no desconectar ni ahorrar en el esfuerzo. Presiona cuando toca, incluso manda en la línea, y se esfuerza de manera constante durante el tiempo que está en el césped. Es generoso. No negocia el esfuerzo. “Fue diferencial en el Sub17, en el Sub19 y en el juvenil. Era cuestión de tiempo que lo fuera en el primer equipo”, decía Tralhão cuando explotó en Portugal. Por esta línea, no falta mucho para que lo sea en el Atleti, sino lo está siendo ya. Y al mismo estilo que lo hizo en el Benfica.
Imagen de cabecera: @atleti
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