“Si te pregunto por las mujeres supongo que me darás una lista de tus favoritas, puede que hayas echado unos cuantos polvos, pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad”. En esa cita de Robin Williams y en los ojos sinceros de Matt Damon sobre aquel banco frente al lago se refleja una interpretación que sobrepasa la pantalla y sobrecoge el corazón.
“Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto, pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable, ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la tierra para ti, para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué se siente al ser su ángel”. En el cine, como en todas las representaciones artísticas, encontramos la inspiración para soportar el peso de las situaciones adversas que la vida nos pone a prueba y para valorar, como la moraleja de la película nos induce a hacer, a quienes realmente nos quieren. De una u otra forma.
Desconozco si Marc Márquez ha visto El Indomable Will Hunting. Desconozco si lo habéis hecho, y en caso afirmativo, desconozco si amáis esa película tanto como lo hago yo. Pero la conmovedora escena de Robin Williams y Matt Damon se me vino a la mente cuando vi al ‘93’ en el suelo, por segunda vez, sobre la grava del circuito de Le Mans. Incluso el rossista más acérrimo, como me confieso, sintió una tremenda decepción al ver como el mayor de los Márquez vio escapar lo que más quería, y tanto anhela después de tanto tiempo sin acariciarla: la victoria. Ni tan siquiera eso, simplemente la sensación de ser capaz de conseguir una victoria.
El calvario que ha sufrido el ocho veces campeón del mundo tras su caída en Jerez solo es imaginable desde su propia perspectiva. Jamás alcanzaremos a sentir lo que ha sentido durante casi un año lesionado y varias intervenciones quirúrgicas en su hombro. Todo sentimiento de amor y el dolor, en esta vida, es individual, y por ello nunca podremos sentir lo que ha sentido Marc fuera de los circuitos, ni lo que ha sentido en Le Mans durante un puñado de vueltas, ni lo que sentirá cuando vuelva a ganar una carrera. Que será dentro de muy poco, de esos sí que podemos estar seguros.
La quinta cita del Campeonato del Mundo de MotoGP 2021, en el mítico Circuito Bugatti de Le Mans, o Circuito de La Sarthe, para convertirlo aún más en mito, invitaba a pensar, desde el jueves, que estaría pasado por agua. Y eso es sinónimo de dos cosas, principalmente: mayor igualdad y reducción de distancias entre pilotos y motos que en seco; y mayor riesgo de caída y, por ende, de hacerse daño, que durante la ausencia de lluvia. Las circunstancias climáticas nos permitieron ver, durante todo el fin de semana, a un Marc Márquez más cerca del resto, debido a que su estado físico se resentía menos que en seco, y que cuando hay que arriesgar, es quien lo hace elevado a la máxima potencia.
Lo vimos liderar un entrenamiento libre, varios meses después, lo vimos luchar por la pole position, casi un año después, y lo vimos cerca de ganar una carrera. De hecho, exprimiendo al máximo una de sus cualidades: su habilidad en el flag to flag, o cambio de moto por lluvia, lideraba la carrera y tenía un ritmo mucho más rápido que Quartararo o Viñales, quienes lideraron las primeras vueltas en seco. No sabemos si habría sido capaz de soportar la llegada como aviones de las Ducati, y en especial de Jack Miller, -ganador- en el tramo final de la prueba, pero estaba de lleno en la lucha por el puesto más alto del cajón y, lo consiguiese o no, ya era una de las mayores victorias de su vida.
No quiero hacer spoiler sobre si el personaje de Matt Damon atiende a las razones de Robin Williams y comprende, de verdad, lo que significa amar. Si no habéis visto El Indomable Will Hunting, ya tenéis plan para esta noche. Y si no os acordáis de lo que es ver al de Cervera ganar una carrera, no os perdáis lo próximos grandes premios. Puede que Marc Márquez haya ganado unas cuantas carreras, puede que haga una lista con sus favoritas, pero sin haber completado la del pasado domingo en Le Mans, seguro que se ha despertado el lunes sabiendo, de nuevo, lo que es subir a su Honda y que le invada la felicidad.
Imagen de cabecera: ImagoImages