20 de octubre de 1982. Dieciseisavos de la Copa de la UEFA. El Ludniki Stadium (por entonces Estadio de Lenin) estaba listo para presenciar el duelo entre su equipo, el Spartak de Moscú, y el Haarlem holandés en la ida de la eliminatoria.
El actual campeón ruso (que no hace mucho goleó al Sevilla por 5-1 en Champions) se adelantó en el marcador con un tanto de Edgar Gess a los 17 minutos, colocando un 1-0 en un marcador que no se movería hasta el minuto 90. Visto el juego mostrado por ambos equipos, el resultado parecía claro y definitivo, por lo que muchos aficionados, todos concentrados en el ala este por la escasa cantidad de entradas vendidas, (16.000 en un estadio de 80.000) decidieron salir de forma ordenada antes de tiempo. El tráfico y la temperatura (10 grados bajo cero) resultaba determinante.
Entonces, a 20 segundos del pitido final, llegó el 2-0 para los moscovitas. Sergéi Shvetsov, un defensa goleador de 1,89m (hizo 14 tantos con el equipo ruso) firmó el segundo gol para poner al Spartak con un pie y medio en la siguiente ronda. El estruendo provocado por la celebración del gol (y de la victoria) hizo que la gente que se marchaba volviera a las gradas, chocando con los que se encontraban todavía allí. Empujones y más empujones que derivaron en una estampida humana que afectó a miles de espectadores.
Las asistencias sanitarias llegaron tarde y no eran ni mucho menos las mejores. Evacuación lenta, hospitales con poca preparación y autoridades incompetentes. La noticia del desastre apenas salió de la URSS, y de forma local se informó de una cifra de víctimas mortales elegida prácticamente al azar: 62 muertos. El campo se cerró «por luto» por varios partidos y solo una persona, el responsable del estadio, fue procesada y castigada a 18 meses de trabajos forzados.
Tuvieron que pasar varios años después, ya con Mijaíl Gorbachov como jefe de Estado, para averiguar la verdad: Registrando los archivos, y con la tragedia de Hillsborough todavía reciente, se supieron los números reales: 340 fallecidos. Fue entonces cuando los periodistas buscaron a Shvetsov, en ese momento en las filas del Lokomotiv Samtredia, que declaró una de las frases más tristes que se han escuchado en el mundo del fútbol: «Ojalá nunca hubiera marcado ese gol».
Un monumento reposa en las inmediaciones del estadio Ludniki para recordar a las víctimas, cada mes de octubre.
PD: El Spartak accedería a octavos con un parcial de 5-1 sobre el Haarlem, pero sería eliminado por el Valencia de Miljan Miljanić, que a su vez fue eliminado por el Anderlecht de Juan Lozano, a la postre campeón.
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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