Se ha tocado fondo. Sí, Nuno. El Valencia ha entrado en una espiral de destrucción peligrosísima. La cruel imagen que se dio en Bélgica acabó por complicar la clasificación para octavos de final de la Champions League. Y eso que el grupo invitaba a la sonrisa antes de visitar al Gent. Negredo, en pleno papeleo de divorcio con el entrenador, volvió a observar desde la grada cómo sus compañeros eran incapaces de dar tres pases seguidos. Y lo más grave, cómo transitaban sin rumbo, sin identidad, sin intención. La imagen que se dio en el Ghelamco Arena no corresponde con la grandeza del club de Mestalla. Futbolistas superados, indolentes, sin plan. Arrollados por un buen equipo desde el primer minuto y conocedores de su debilidad. No encuentran la solución en el campo ni su director imprime a la varita el golpe chispeante que les haga pegar un volantazo cambiando la dirección. Son síntomas que vienen mostrándose desde la segunda jornada del campeonato. A pesar de ganar partidos, el equipo no va. No tiene fuelle, ni ideas, ni colocación, ni alma. Peregrinan porque lo manda el calendario, no por vocación. Es un grupo que ha dejado de creer. Y eso es lo más grave de todo. El cisma de Nuno con el delantero de Vallecas ha acabado por fracturar el vestuario y se barrunta peliaguda restauración.
El Gent, que tras la victoria se ha metido de lleno en la pelea por estar entre los 16 mejores equipos del continente, supo desde el principio que todas las buenas intenciones mostradas por su entrenador Vanhaezebrouck, iban a tener su recompensa. Fue conocedor de su supremacía. Y de la desnutrición de los blanquinegros. Llegaba por oleadas desarbolando el plan -si lo hubo- de los de Nuno Espirito Santo. El gol de penalti de Kums al comienzo del segundo acto hizo justicia a todo lo acaecido en el primero. Fue ahí cuando el Valencia quiso socavar la vergüenza adelantando la presión. O más bien, fue entonces cuando la realizó por primera vez. Ataques estériles, sin fundamento. Sin ningún tipo de trabajo en ingeniería. Se tuvo que esperar casi al final para que Alcácer, en una acción forzada, probase si había portero en el equipo rival. Demasiados despropósitos unidos en el peor partido de la era Nuno. Y ha habido muchos, lamentablemente.
Kums bate a Jaume desde los 11 metros
El valencianismo convive entre la crispación y el desánimo. En un clima que por momentos es totalmente irrespirable. Falta ‘Oxígeno’ y sobra ‘Trifloruro de Nitrógeno’. La contaminación va en aumento y es una verdadera lástima porque el año pasado se construyó una base sólida sobre la que levantar una gran obra arquitectónica. El adiós de Otamendi humedeció unos cimientos que parecían resistentes e implacables y la compelida despedida de Salvo y Rufete acabó por tambalearlo todo. Ahora Nuno, sin parapeto y con un equipo que involuciona a pasos agigantados, está siendo incapaz de conseguir que los mismos obreros de la temporada anterior recobren su nivel y confianza.
Créanme si les digo que soy el primero que me gustaría que en Balaídos se levantase la primera piedra de un Valencia solvente y convincente pero la cronología y el contexto no invitan a creer en los Reyes Magos ni en Papá Noel. El golpe de realidad que se está viviendo es tremebundo y espero que Peter Lim esté tomando nota. Ser el máximo accionista y poner a gente de tu confianza entra dentro de lo estándar, pero observar sin decisión ni mando cómo al barco le crecen las grietas y es material inerte de las profundidades, no. El proyecto deportivo se está yendo a pique y está a tiempo de frenarlo. Porque, aunque para Nuno alguna debacle haya sido el camino, el Gent enseñó a Lim que el Valencia de la actualidad coexiste con caballitos de mar y algas marinas. Y el océano, por si tiene dudas a la hora de tomar decisiones, está lleno de peces.