Ser futbolista es el sueño de millones de niños en todo el mundo y un privilegio reservado a unos pocos. Ganarte la vida haciendo lo que más te gusta debería ser motivo de felicidad pero este no ha sido el caso de Víctor Pino, jugador de solo 21 años del Castellón que acaba de colgar las botas porque no podía más. «El fútbol me ha destrozado, no me hacía bien, me quitaba las ganas de todo. Ha cambiado mi forma de ser y no quiero ser así», declaraciones recogidas en el diario Levante-EMV. Víctor debutó en el Castellón siendo un adolescente y ha pasado por la cantera del Villarreal, el Olímpic de Xàtiva y el Borriol antes de regresar al Castellón, su última aventura.
«No soy feliz. Llevo unos años en los que no consigo disfrutar del fútbol». Asegura que deja el fútbol por motivos personales y que es una decisión difícil que no se toma de la noche a la mañana. «Cuando llegas al fútbol de verdad, es diferente. A lo mejor no he tenido suerte con los entrenadores, no he encontrado a ninguno que confiara de verdad en mí y eso va mermando la seguridad en ti mismo. El fútbol me afectaba demasiado y ha llegado el momento en el que no me compensa. Mi pensamiento ahora mismo es olvidarme durante un tiempo del fútbol, despejar la mente. El futuro nunca se sabe. Si me vuelven las ganas de jugar valoraré si merece la pena». Un mundo envidiable por fuera, todos los niños quieren ser Messi o Cristiano Ronaldo pero eso es casi imposible. El fútbol es un mundo muy duro e historias como la de Víctor nos deberían abrir los ojos para darnos cuenta de la dificultad que entraña y que hay que tener paciencia y ser justos con los más jóvenes.
