Aquel día y a esa misma hora se iba a disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana en Medellín, en el estadio del Atlético Nacional. Un accidente aéreo que acabó con la vida de más de 70 personas, la mayoría de ellos miembros del Chapecoense brasileño. El partido ya no se jugaría, pero el estadio Atanasio Girardot se llenaría de todos formas en un espectacular homenaje sin precedentes.
Se lanzaron 71 palomas recordando a cada una de las personas fallecidas en el accidente. Con velas encendidas, las miles de personas presentes en las gradas guardaron uno de los minutos de silencio más emotivos jamás vistos.
Entonces entraron al campo los jugadores del Atlético Nacional, que portaron un uniforme negro en señal de luto y un ramo de flores. Una banda limitar resonó mientras el alcalde de Medellín y el gobernador de Antioquia depositaban coronas de flores en el centro del campo.
José Serra, ministro de asuntos exteriores de Brasil, acudió al estadio y no dejó de dar las gracias a Nacional: «Muchas gracias Colombia, muchas gracias Medellín, muchas gracias Atlético Nacional, muchas gracias a toda la gente que aquí está».
Además, en el Atanasio se nombró y recordó a cada uno de los pasajeros del avión que se estrelló en las cercanías de Medellín en un sentido tributo.
Miles de personas no pudieron entrar al estadio al estar completado el aforo. Todos se quedaron fuera, en silencio, a escuchar el homenaje. Espectacular.