«Siento una gran responsabilidad. Hay que reconstruir el modelo de juego que hizo grande a este equipo durante más de treinta años». Así hablaba Vincenzo Montella en una entrevista a Guerin Sportivo poco después de confirmarse su llegada al Milan.
No es Montella, pese a todos los condicionantes que necesita ajustar para imponer su juego, un entrenador que rehuya los retos por difíciles sean. No lo hizo cuando saltó de la Primavera de la Roma al primer equipo, ni cuando pasó a dirigir al Catania post-Simeone, ni cuando aceptó llegar mal y tarde a la Sampdoria el curso pasado. Y tampoco, obviamente, cuando en 2012 llegó a una Fiorentina en fase de reconstrucción dentro de una situación deportiva que guarda bastantes similitudes con la de su actual Milan.
Repetir en Milán lo que ya hizo en Florencia
‘La Viola’ venía de recoger un undécimo, un noveno y un decimotercer puesto en las tres Serie A que precedieron a la llegada de ‘L’Aeroplanino’ a Florencia. Un bagaje competitivo que, puesto en un contexto histórico superior como el del Milan, se asemeja al historial reciente de los rossoneri con un octavo, un décimo y un séptimo lugar en la tabla de las tres últimas temporadas. Una dimensión casi idéntica a la del actual Milan que sin ir más lejos, ve ahora a la propia Fiorentina que dejó Montella un par de escalones por encima.
«Mis equipos juegan un buen fútbol por que sólo así pueden obtenerse ciertos resultados». Y aunque pecó de cierta candidez competitiva a la hora de enfrentarse a los rivales más poderosos del Calcio, Montella siempre cumplió con creces las expectativas con tres cuartos puestos consecutivos que volvieron a posicionar a la Fiorentina entre los grandes de Italia tras una primera temporada en el Artemio Franchi en la que hubo hasta dieciocho cambios de jugadores en el plantel.
Las trabas de un mercado exiguo
El gran hándicap con el que ya se ha topado Montella en el Milan es la acuciante falta de capacidad de inversión. Y es que los Lapadula, Vangioni, Gustavo Gómez y José Sosa no parecen, ni por asomo, ser suficiente materia prima. Aunque sin grandes desembolsos, en Florencia pudo contar desde el principio con muchos más futbolistas acordes a su idea (Valero, Pizarro, Gonzalo, Aquilani, Mati Fernández, Rossi…) de los que se ha encontrado en el Milan dentro de un proceso de adaptación mutua que el técnico ha aceptado sin reservas pero siendo consciente de la falta de perfiles con un identikit que encaje de primeras con su gusto e intenciones. Y a esa primera diferenciación hay que añadir también una exigencia de imperiosa necesidad que aprieta y también ahoga.
Adaptación con sello propio
Sin embargo, Montella sí cuenta con una columna vertebral formada por Donnarumma, Romagnoli, Bonaventura y Bacca con la que debe afianzar el crecimiento del equipo dentro de su particular línea editorial. Un estilo que deberá contar, al menos en principio, con ciertos movimientos tácticos hasta ahora ajenos a su dogma como la necesidad de disponer de espacios más amplios en ataque al contar con un jugador menos asociativo de lo que el míster ha acostumbrado a tener a su disposición como es Bacca. Todo un finalizador y una bestia voraz al desmarque que requiere evidentemente de pases filtrados, de hacer ancho el campo y de provocar situaciones de uno para uno en ataques posicionales que hagan aparecer vías de escape hacia el gol para el colombiano, aprovechando las transiciones con ese propósito, cuando Montella siempre se ha caracterizado, más bien, por gestionar con pausa la fase ofensiva.
«Prefiero contar con un futbolista menos bueno técnicamente pero mucho más motivado», afirmaba Montella en la citada entrevista concedida a Guerin. Y de esa motivación extra, de esas ganas de aprender empezando de cero a través de un fútbol propositivo que siempre supone un aliciente para casi cualquier jugador tendrá que tirar el míster rossonero para paliar el déficit de adaptabilidad a su estilo y de calidad de primer nivel en casi todas las parcelas del campo debido al exiguo mercado de lo que se ha podido y no de lo que se ha querido que ha llevado a cabo la entidad. Y es que de sus capacidades de gurú táctico depende convertir una plantilla francamente modesta para lo que ha sido el Milan en un equipo digno de las siete Copas de Europa que albergan las vitrinas del club. Y todo ello sin apenas invertir en nuevos grandes fichajes y teniendo que erigir igualmente la total reconstrucción para la que ha sido elegido por su idoneidad para afrontar tamaño desafío.
Estilo, personalidad e identidad
Más allá de esta peculiaridades necesarias, la impronta de Montella ya ha comenzado a vislumbrarse en el Milan. Equipo posicionado en mitad de campo rival, salida rasa con una zaga que debe perder el miedo a jugar adelantada -para lo que es básico la confirmada permanencia de Romagnoli pese a los 40 millones que ofrecía el Chelsea y que el paraguayo Gómez (de aptitudes similares a las de Gonzalo Rodríguez) caiga de pie en las alineaciones-, un doble playmaker formado por un regista y un interior zurdo con visión y al que nunca le queme el balón en los pies (antes Pizarro-Valero, ahora Montolivo–Bonaventura) que es la gran seña de identidad del entrenador napolitano, un dinamizador como es Niang y antes fue Cuadrado y una apuesta clara por la calidad aunque estuviese en entredicho como hizo ver con la titularidad de Suso en el primer encuentro de liga.
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Todo ello para, partido a partido, ir edificando y limando un estilo de juego siempre proactivo, que intente imponer sus virtudes por encima de centrarse en frenar las del rival, que cree por fin una identidad futbolística en el Milan y reconstruya una mentalidad ganadora. Los motivos y metas, en definitiva, por los que Montella está en el banquillo rossonero y por el que ambas realidades, la del equipo y la del técnico, se necesitan mutuamente. El Milan por motivos deportivos obvios y el técnico para confirmar en el mayor reto de su trayectoria, la fuerza de su puesta en escena e ideas para reanimar proyectos en declive en uno de los gigantes de Europa y por tanto, ganarse el aval para poder hacerlo en cualquier otro gran club en un futuro a largo plazo.
Las primeras trazas de su manual ya han sido impuestas aunque requerirán del lógico tiempo para que engrasen, se asienten y funcionen con naturalidad y eficiencia. A la asunción de riesgos a través de una salida de pelota muy abierta en la que los laterales tendrán que ir subiendo aún más sus posiciones de partida a medida que avance el curso y una disposición en forma de 4-3-3, hay que añadir la parte cerebral que Montella debe inyectar desde ya a través principalmente de Bonaventura.
‘Jack’ es el más capacitado para asumir ese rol tan particular de segundo playmaker encargado de ser vértice de todos los triángulos asociativos para dar siempre continuidad, a lo que el mediapunta italiano suma como valor añadido sus depuradas conducciones y su facilidad de hacer saltar la marca para pisar área. Movimientos que deberá contener estando más próximo a la base pero ni mucho menos despreciar ese vértigo con el que puede imprimir vigor, cuando la disposición del rival lo permita, a los ataques y ganar al mismo tiempo en verticalidad, inventiva y control de los ritmos desde ese sector izquierdo.
Un costado al que parece encaminarse el mayor peso de juego del Milan desde los primeros pasos con Romagnoli, pasando por un Antonelli que necesita partir desde más arriba que Abate para incidir, hasta llegar a un Niang con cierta libertad de movimientos interiores quien, desde su desorden, debe desordenar a las zagas rivales por pura frescura, descaro y dinamismo, mientras Suso o el elegido al otro lado, guarden más la posición para ganar amplitud al tiempo que mezclen diagonales y desequilibrios en el pico del área compenetrándose con las subidas de mayor recorrido con y sin balón de Abate.
Se busca regista con urgencia
Los dos grandes problemas del Milan se resumen en un nombre: Riccardo Montolivo. El ex de la Fiorentina es un futbolista que asegura limpieza en las entregas pero con un ritmo demasiado lineal e incapacitado para encargarse de los riesgos a las espaldas que siempre van a estar ahí en un equipo de Montella como se comprobó ante un Torino que con tres delanteros puros y pesados (Maxi López, Boyé y Belotti) y exclusivamente a base de contragolpes a punto estuvo de empatar un partido que el Milan tenía ganado. Con el canterano Locatelli como segundo en discordia en ese rol, parece evidente que los rossoneri necesitan un regista más sabio física y tácticamente que añada a la salida natural de Montolivo hacia la derecha, mayores alternativas de pase y que palíe, al menos parcialmente, el gran problema que puede suponer el retorno para el equipo. Una tarea para nada sencilla para las limitaciones del Milan en cuanto a fichajes se refiere.
Una asignatura pendiente y un arma nueva
Donde precisamente reside la gran asignatura pendiente de Vincenzo Montella como entrenador es a la hora de imponer con solidez su fútbol y de conseguir resultados positivos en cualquier escenario con una mayor «maldad» y pragmatismo en fase defensiva que afiance la contención en repliegue que siempre ha echado en falta. Para compensarlo mientras trabaja en ello Montella cuenta, en el otro lado del campo, con un arma afilada -a la espera de comprobar el rendimiento en la élite de un Lapadula que también puede adaptarse a la doble punta- de la que nunca antes había dispuesto: un delantero centro con capacidad de sobra para estar por encima de la veintena de goles si el equipo sabe surtirle bien como es Bacca. Una vía que ‘L’Aeroplanino’ nunca tuvo en la Fiorentina ya que los tres máximos goleadores de sus tres Serie A en la Toscana fueron Jovetic (13), Rossi (16) e Ilicic (8). Si el colombiano está en esas cifras sería el mejor síntoma posible de que las cosas le están yendo bien al Milan y, por lo tanto, también a Montella.
En busca del dominio perdido
El estilo de Montella busca el dominio total y eso quizá tarde unos meses en llegar si es que termina por hacerlo, pero el flamante entrenador del Milan sí que está 100% capacitado para elevar a los deprimidos rossoneri anímica y deportivamente y gestar la creación de una identidad renovada que no presente fisuras y que permitan al equipo acceder de nuevo a Europa el año próximo. Y si es peleando por una de las tres plazas de Champions, el gran objetivo quedaría cumplido a las primeras de cambio a pesar de que, hoy por hoy e incluso con Montella como guía, parece difícil poder alcanzarlo. Pese a ello, Vincenzo Montella ya sabe lo que es comenzar un proyecto sin apenas cimientos y llevarlo a sus máximas cotas posibles, rozando prácticamente el techo de las posibilidades realistas. Y en la gran competición continental de clubes es donde está el techo de este Milan y todavía, claro está, el lugar que le corresponde. Un sitio al que Montella, que sólo ha dirigido un partido de Champions en toda su carrera, también anhela llegar.
Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero
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