El título de este texto puede parecer demasiado exagerado. Sin embargo, hay
un futbolista que, pese a que los humanos no tenemos el don de la ubicuidad,
tiene el don de saber dónde, cuándo y cómo estar. Es necesario concretar más
para descubrir al personaje en cuestión. El protagonista es portero, alemán y
juega en uno de los equipos más poderosos del mundo. La mayor parte de las
personas que estén leyendo estas líneas habrán descubierto enseguida quién es
el futbolista del que hablo. Para los despistados, el protagonista de este
texto es portero del Fútbol Club Barcelona, él es Marc-André ter Stegen.
El guardameta germano llegó a Barcelona rodeado de muchísimas dudas. En sus
primeros meses como culé no consiguió disiparlas. Además, se criticaba de forma
fiera a Zubizarreta, el encargado de traerle a España. Sin embargo, Zubi sabía
lo que hacía. Como exportero, el vasco tiene un ojo fantástico para detectar el
talento en la portería. Con ter Stegen no se equivocó. Según avanzó el tiempo,
el alemán se postuló como el elegido para ser el portero titular del Barça
durante muchos años. De momento, su titularidad como portero blaugrana es
innegociable.
Marc-André es el portero perfecto para el Barcelona. A su excelente juego
de pies, algo fundamental para poder triunfar en el club culé, le une el don
que da nombre a este texto. Que un portero tenga tendencia a estar en el
momento y lugar adecuados es algo difícil de ver, pero que no es nuevo en el
mundo del fútbol. Sin embargo, ter Stegen consigue añadirle otro elemento a la
ecuación, sabe cómo tiene que reaccionar y qué gesto técnico tiene que emplear
para desbaratar el peligro. El suyo es un caso único.
Víctor Valdés era un guardameta fabuloso. Respondía a la compleja operación
mencionada anteriormente de estar en el momento y lugar adecuados. Gracias a
esta facilidad que el portero español tenía para salvar a su equipo, el
Barcelona consiguió salvar muchos puntos, incluso títulos. En la memoria de
todos está la final de Champions de 2006, cuando Valdés emergió para frenar a
Thierry Henry. Sin embargo, no tenía ese factor diferencial que sí tiene ter
Stegen.
El elemento diferencial que aporta el portero alemán a la ecuación le
convierte en un portero único, que, además, deja ver su manera de ser como
profesional. Marc-André sabe dónde y cuándo debe aparecer para ayudar lo máximo
posible a su equipo. Tanto en acciones ofensivas (salida de balón), como en
acciones defensivas (paradas, salidas por alto, achiques…), el conocimiento del
juego y la concentración del portero son máximas. A esto le une el qué y el
cómo mencionados anteriormente. Es tremendamente difícil escoger la acción
técnica o el gesto más adecuado para evitar una ocasión de peligro. Sin
embargo, ter Stegen lo hace con extrema facilidad. Si observamos al portero
alemán, nos daremos cuenta de todo lo contado en las líneas anteriores. Además,
también muestra su interés por mejorar y por aprender. En su estilo como
portero se pueden ver acciones, gestos y movimientos típicos de otros deportes
como el balonmano y, sobre todo, el fútbol sala.
El fútbol es un deporte en el que se puede triunfar gracias a dos cosas,
una es el don, algo que te viene dado y que es inherente, la otra es el
trabajo. Marc-André ter Stegen es el ejemplo perfecto de ambas. Al don que le
venía dado le ha sumado un alto nivel de trabajo, esta mezcla le ha convertido
en lo que hoy es, uno de los mejores porteros del mundo. De hecho, gracias al
trabajo ha conseguido aumentar la capacidad y la magnitud del don que ya tenía.
No solo sabe parar y jugar bien con los pies. También sabe dónde, cuándo y cómo
estar para evitar que su equipo reciba goles. En esto útlimo, es único.
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