Buenos Aires, Barcelona y Nápoles, entre otras, fueron ciudades que pudieron disfrutar en directo del juego de uno de las más grandes leyendas futbolísticas que se recuerdan. Boca Juniors, FC Barcelona o Napoli, entre otros, tuvieron el gran placer de disfrutar en sus filas de uno de los mejores futbolistas de la Historia.
Diego Armando Maradona marcó una época en el mundo del fútbol. Es algo indudable. Mejor o peor, pero fue considerado por muchos el gran ídolo, el futbolista a batir, a parar como fuese, pero él seguía adelante, quitándose rivales del medio y dejando algunas de las mejores jugadas que se han visto en el mundo del fútbol.
Sin embargo, eran otros tiempos. Otros tiempos en los que los futbolistas podían posar con camisetas de otros equipos sin provocar tragedias institucionales, sin generar polémicas populares, sin que nadie llegase a la ofensa.
El 1 de mayo de 1986 se disputaba en White Hart Lane un partido homenaje para la figura de Osvaldo Ardiles, uno de los jugadores históricos que militaron en las filas del Tottenham. Un futbolista argentino que había ganado años atrás la Copa del Mundo 1978, que llegaba procedente de Club Atlético Huracán, del otro lado del océano Atlántico, cuando este tipo de traspasos adquirían otro carácter nada similar a la actualidad, y que llevó al Tottenham a conseguir dos títulos de FA Cup y una Copa de la UEFA.
Un jugador histórico que tuvo su partido homenaje, disputado en Londres, en White Hart Lane, en el que amigos suyos le acompañaron vistiendo la camiseta del Tottenham frente al Inter de Milán. Sin embargo, uno destacaba por encima del resto. Era un joven Diego Armando Maradona que ya despuntaba en las filas de aquel Napoli que marcó una época en el fútbol italiano.
El amistoso acabaría con triunfo 2-1 para los ingleses, pero aquel día Maradona lució, vistió, los colores de un equipo inglés, pese a que su carrera deportiva diga lo contrario. Cuentan los protagonistas de aquella cita que el argentino se cambiaba en el vestuario, en una esquina, sin poder conversar por no conocer la lengua de Shakespeare, ajeno a una notable admiración de los allí presentes, que le miraban como esa estrella del fútbol que ya era. Los futbolistas que iban a jugar junto a Osvaldo Ardiles lo harían, además, junto a ese futbolista que marcaba la diferencia y, años despúes, una época.
White Hart Lane vivió un día histórico. Los presentes eran conscientes del peso mediático de la cita. En Inglaterra, ante ellos, estaba el chico que maravilla al fútbol, el chico que marcaba las diferencias, el que parecía de otro planeta, y estaba allí, junto a su compatriota, luciendo su recordado dorsal 10, cedido por el peso pesado de los Spurs, Glenn Hoddle, quien aceptó lucir el dorsal 11.
No fue oficial, no hubo nada en juego más allá del reconocimiento público a Osvaldo Ardiles, pero sirvió para ver a Diego Armando Maradona luciendo los colores del Tottenham Hotspur.
Valencia, 1989. Productor Audiovisual. Cultura y fútbol Brit como forma de vida. Intento ir más allá de lo que veo. Tengo mucho que aprender, y es maravilloso.