Mujer y deporte, este binomio podría dar para más de una tesis. A día de hoy sigue siendo un tema por explorar y debatir lo que significa mujer y deporte en todas sus variantes. Yo voy a intentar abordarlo desde mi perspectiva y mi experiencia que, obviamente, es mía y de nadie más. No es ni más verdad ni menos verdad, es mi experiencia. Y lo voy a hacer principalmente desde las dos perspectivas que conozco: la deportista y la periodista.
Empiezo hablando de la mujer deportista porque estuve 12 años practicando baloncesto. Más de una década en la que mayoritariamente tuve referentes masculinos. Poco a poco empecé saber quién era Laia Palau, Elisa Aguilar, Lucila Pascua o Isa Sánchez, por poner algunos ejemplos. Pero mucho antes supe quién era Juan Carlos Navarro, Pau Gasol, Alberto Herrero o Raúl López.
A día de hoy, las niñas que empiezan a descubrir el mundo del baloncesto quieren ser como Laia Palau y las más futboleras como Jennifer Hermoso. Algo está cambiando.
Aún así, y pudiendo apreciar el crecimiento que ha sufrido el deporte femenino en los últimos años, pienso que ahora mismo se encuentra estancado. Siempre he pensado que es injusto generalizar en cualquier aspecto de la vida y, en esta ocasión, no iba a ser menos, pero no me queda más remedio que analizar la situación desde una perspectiva más global. Más allá de los grandes acontecimientos deportivos, léase, Europeos, Mundiales, Juegos Olímpicos… en los que se habla de deporte femenino y de las deportistas, ¿qué pasa con el resto del año? Pues que siguen teniendo poca visibilidad y se hace poca cobertura. No me refiero en comparación con el deporte masculino, no estoy hablando de eso. Me refiero a que se hace poco seguimiento, en general. De esta manera para un/a aficionado/a seguir un deporte o a una deportista es muy difícil y, por ende, también lo es captar el interés de las nuevas generaciones. Esto ha propiciado que mucha gente haya optado por darle voz al deporte femenino de su cosecha propia a través de YouTube, podcast o blogs, aunque la repercusión no sea la misma.
La visibilidad no es la única causa que, a mi parecer, frena la evolución de las mujeres en el deporte. La inversión también es un factor importante. El tema económico sigue siendo un escollo para que puedan entrenar en mejores condiciones y, por lo tanto, mejorar. Además, pienso que desde los clubes y departamentos de comunicación es importante entender que vamos todos a una, en la misma dirección, y que también tienen que aportar su granito de arena a la causa, facilitando esa visibilidad que tanto necesitan las deportistas. Esto no es una carrera de fondo sino un maratón en el que hay que seguir hacia adelante y no desperdiciar todo el camino recorrido.
En cuanto a la ‘mujer periodista’ que convive en el mundo del deporte, es algo que siempre me ha parecido absurdo. Tanto utilizar la expresión ‘mujer periodista’ como ‘deporte femenino’, pero sigue siendo algo recurrente para diferenciarlo del masculino. Yo no soy una mujer periodista, yo soy periodista. Y punto.
Es evidente que la presencia de la mujer en el mundo del periodismo deportivo ha crecido mucho en los últimos 10 años y, sobre todo, en los últimos 5 que es lo que yo he podido vivir de cerca. Pero lo más importante no es cuánto haya crecido en cantidad la presencia de la mujer en ese ámbito. Sino la relevancia que tienen en los diferentes puestos de trabajo: presentadoras, pie de campo, redactoras, editoras, narradoras, comentaristas… Soy de las que piensan que una mujer no tiene que hacer un determinado trabajo por ser mujer o por cubrir el ‘cupo femenino’. Tiene que hacerlo, al igual que un hombre, porque vale para ese puesto, sin mirar el género. Y lo más importante, deben tener las mismas oportunidades que los hombres, algo que no siempre ocurre. El camino no está hecho, ni mucho menos, queda muchísimo. Es así como yo veo la proyección de las periodistas. De dónde están a dónde pueden estar, queda un mundo. Como pasa con las mujeres deportistas, es difícil e injusto generalizar porque siempre habrá casos concretos que se escapen a lo que ocurre habitualmente.
Estoy muy orgullosa de ver como compañeras de profesión crecen y crecen cada día, y rompen techos que hace años parecían inquebrantables. Pero, en el momento en el que una mujer empiece a ser noticia por hacer bien su trabajo (es decir, como ocurre con los hombres) y no simplemente por hacerlo, estaremos un poco más cerca de la igualdad. Las mujeres no necesitamos palmaditas en la espalda de enhorabuena por hacer algo. Nosotras hacemos muchas cosas y lo que queremos es hacerlas bien. Es eso lo que se debe valorar. De ahí la importante diferencia entre el qué y el cómo.
Imagen de cabecera: Imago
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