Hay un antes y un después de Johan Cruyff en el fútbol. No sólo era magnífico con la pelota atada a sus pies sino que también fue un genio en la banca donde revolucionó una de las escuelas del balompié mundial que más ha fascinado a nuestra generación.
Johan nació en Holanda y dejó de existir en Cataluña, pero su huella marcó cada espacio donde se ha rodado una pelota de fútbol. No hay ser vivo que haya aportado más a este hermoso deporte que él porque su magia trascendió el rectángulo verde y encantó a una filosofía de juego.
Cruyff no ha muerto. Él solo dejó de existir en este mundo que nosotros llamamos hogar. Su historia, sus conversaciones, sus regates, sus tiros, sus charlas técnicas, su pasión, su idolatría vivirá hasta que se le deje de recordar y, estoy seguro, que eso no sucederá.
El holandés volador ganó casi todo. Nueve ligas de Holanda, tres copas de Europa, una Liga española y una Copa Intercontinental colgaron como medallas en su cuello durante su etapa como jugador y, como entrenador, llevó a las vitrinas del Barcelona cuatro ligas y una Champions League. Sin duda lo único que le faltó fue abrazar una Copa del Mundo. Mario Kempes dijo alguna vez que si Cruyff hubiera estado en la cancha en la final del 78, Holanda hubiera terminado como campeón del mundo.
La partida de Johan nos deja algunas lecciones que únicamente el tiempo nos ayudará a comprender. Cuando todos lo creíamos inmortal, la vida misma nos enseñó que una cajetilla de cigarros es suficiente para apartarnos de este planeta.
A pesar de que Ámsterdam se encuentra afligido y Barcelona derrotado por semejante partida, pocos en México lo recuerdan tan cercano y es que, su incursión en el fútbol azteca, no trascendió como él hubiera querido por cuestiones extradeportivas.
Fue el 25 de febrero de 2012 cuando Chivas presentó al ‘flaco’ como asesor. La volatilidad acostumbrada en las más altas decisiones del ‘Rebaño Sagrado’ decidió que sólo nueve meses eran suficientes para el proyecto de Johan.
El holandés buscó cambiar la filosofía de un equipo grande que sólo ha conseguido tres títulos en 40 años e inyectarle espíritu ganador a un cuadro plagado de jugadores mexicanos de bajo calibre.
Jorge Vergara exigió resultados inmediatos a Cruyff y a su equipo de trabajo y, quejándose de la inversión realizada por sus servicios, decidió que el holandés no era el asesor que necesitaban.
Las pésimas decisiones del dueño del Guadalajara nos privaron a millones de mexicanos que amamos el fútbol de la mente más brillante que ha tenido este deporte reduciendo su legado únicamente a cambiar el pasto sintético del Estadio Chivas por césped natural.