Llegaba la temporada 2010-2011 y en la Barclays Premier League, habitado por un conjunto de clubs con un potencial económico monstruoso, aterrizaba un equipo con la etiqueta de cenicienta sobre su espalda: el Blackpool FC. El entrenador, alegre y jovial, venía de las categorías regionales del futbol inglés para hacer disfrutar a la gente. Ian Holloway, showman en muchas televisiones años después, convirtió en próceres a sus valientes futbolistas con un estilo de ataque, que rozaba el suicidio, pero que estuvo a punto de mantenerlo un curso más en la élite inglesa.
La escuadra que entrenaba, formada por jugadores de origen humilde en este mundo, impresionaron a los expertos en su primer partido. En su primera salida, en casa del Wigan, machacaron a los chicos de Roberto Martínez de la única forma que ellos sabían: marcar y seguir marcando. Aquel 0-4 les aupó, no solo en la tabla, sino en los siguientes enfrentamientos a lo que los tangerines empezaron a ver el descenso con prismáticos.
Por encima de todos, aun así, destacaba un chaval en particular de aquel conjunto que arrasaba en Anfield y hacía temblar a los demás grandes: Charlie Adam. El escocés se convirtió en la sorpresa por la increíble facilidad de dar pases largos y, por supuesto, por los importantes goles que hizo. Pero no solo de un jugador puede sobrevivir un equipo Premier. Al lado del zurdo estaba su fiel lugarteniente, David Vaughan. El galés se convirtió en el engranaje perfecto de la sala de máquinas de Ian Holloway. Gary Taylor Fletcher, a pesar de estar pasado de kilos, hizo creer a media Inglaterra que era el Iniesta inglés y arriba tenían a un goleador como DJ Campbell, cuyo diente de oro no pasaba desapercibido.
La primera vuelta de los de Holloway hizo mella en sus jugadores. Las Navidades, periodo muy complicado en las islas, empezó a crear dudas en un conjunto que parecía indestructible. Con la suma de resultados negativos, los incesantes rumores de la prensa que predecían la marcha de Charlie Adam provocaban dudas en el vestuario. Su entrenador, a pesar de todo, conseguía sacar sonrisas a todo el mundo con frases como: “Si solo cuesta 4 millones de libras, yo soy escocés y me llamo McTavish”.
Las jornadas sucedían pero, desgraciadamente, la suerte dejó de estar de lado para el conjunto costero. El Blackpool acabó descendiendo, no sin dejar de luchar y manteniendo su estilo, en el campo del campeón (Old Trafford) en un partido que pudo ganar. Y es que, como dijo Valdano, “si en el fútbol solo valiera el resultado no miraríamos el partido” y así pensaba el particular técnico. Porque el cómo, si importa.