Todos hemos tenido un compañero o compañera de clase que nos daba un poco de rabia. A veces nos preguntábamos cómo era posible que fuera tan inteligente; que fuese capaz de sacar sobresalientes en matemáticas y en literatura a la vez, que jugase bien a todos los deportes en educación física, hablase varios idiomas, que fuera tan guapo, que no se llevara mal con nadie y, para colmo, que tuviera tiempo para disfrutar de la vida social.
Desde esa envidia sana, un día te levantabas con el pie izquierdo y deseabas que algo le saliese mal. Porque no podía ser tan perfecto. Tú, en cambio, eras tan desastre que un día ibas con el pantalón de pijama a clase, que te caías haciendo salto de altura y que hacías sumas de dos dígitos con calculadora, por si acaso. Pero al final recapacitabas, te dabas cuenta de que se merecía todo lo bueno que le pasaba y terminabas por rendirte. Le pedías los apuntes, para aprender. Y era tan buena persona que, además, te los dejaba.
Algo así deben sentir los pilotos de MotoGP cuando ven a Joan Mir. Un chico con una trayectoria impecable. Debutó en el campeonato del mundo en 2016, con 19 años, tardó tan solo 10 carreras en conseguir su primera victoria y fue 5º en la clasificación final, consiguiendo ser el rookie del año. La temporada siguiente, en 2017, ganó 10 de las 18 pruebas del mundial y se proclamó Campeón del Mundo de Moto3.
Por el contrario, en 2018 nos dio la sensación de ser humano. De ser un piloto más, y no el genio que aparentaba. Su adaptación a la categoría de Moto2 no fue perfecta. Aunque es cierto que subió al cajón en cuatro ocasiones, la irregularidad y las caídas, producto de ir al límite para no perder comba con los pilotos punteros, hicieron que finalizase 6º en la clasificación, y que diera el salto a la categoría reina sin haber logrado la victoria en la clase intermedia.
Sin embargo, Suzuki apostó por él como uno de los pilotos de futuro para devolver a la élite a la marca nipona, otrora campeona del mundo, con Kenny Roberts. Junto con Álex Rins, han realizado un trabajo sensacional y, a día de hoy, Suzuki es una de las motos más equilibradas de la parrilla. Capaz de competir en circuitos de grandes rectas, donde se requiere potencia en el motor, pero no perder mucho tiempo en las curvas lentas. Una moto muy completa, capaz de aunar las ventajas de la Honda y la Yamaha, las dos grandes motos por excelente en la categoría reina en el siglo XXI, y ser capaz de luchar por las victorias cada gran premio.
Las circunstancias de la temporada 2020 con Covid de por medio, calendario reducido, repetición de carreras en los mismos circuitos y la lesión de Marc Márquez; provocaron que el título se lo pudiese llevar cualquiera. Y entre todos los alumnos de la clase reina, Joan Mir fue el más regular. Subió al podio en seis ocasiones y logró una victoria, en el Gran Premio de Europa. Con total merecimiento, se impuso a Maverick Viñales, Fabio Quartararo y Andrea Dovizioso, grandes favoritos al título sin el ‘93’ en pista, y el mundo del motociclismo se ha rendido ante su nuevo campeón. Una persona que no te puede dar rabia; talentoso, guapo, con una sonrisa en la cara en cada entrevista, y con una ética de trabajo envidiable. Joan Mir, el compañero que siempre te dejaba los apuntes.
1994. Tanos, Cantabria. Estudiante de periodismo. @SpheraSports y @FCBsphera “Esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.