No hay discusión. No hay mejor manera de promocionar el fútbol femenino que llevarlo a los estadios. Ahora que DAZN televisa todos los partidos, las diferencias son abrumadoras entre ver una ciudad deportiva desangelada en medio de la nada y un coliseo vetusto con sus luces y un césped convertido en alfombra. Este fin de semana hemos tenido la oportunidad de vivir tres encuentros en escenarios de renombre: Mestalla, San Mamés y el Nuevo Colombino. Y no hay color.
En Valencia se vivió un derbi simplemente espectacular. Las che se marcharon al descanso con ventaja de 2-0 tras dos goles en apenas cuatro minutos. Pero el Levante fue capaz de igualar el choque, marcando el segundo tanto en el 87′. Entonces el equipo de Andrea Esteban sacó su espíritu competitivo, alentado por las gradas y espoleado por la dimensión del momento, y marcó dos goles en el añadido. Asun Martínez, con tres goles, y Fiamma Benítez (ex granota), con tres asistencias, fueron las grandes figuras en una tarde-noche para nunca olvidar. Fueron 8000 espectadores, pero sonaron como 20.000. Este equipo se ha ganado el derecho de jugar más veces en Mestalla y ante mucha más gente.
El caso de San Mamés es especial, porque siempre que el Athletic ha abierto el estadio, la afición ha respondido. Incluso un miércoles lluvioso en un partido de Copa (en 2019 se fijó el récord en 48.121). Este sábado disputaron, como el año pasado, el derbi vasco en La Catedral, y más de 20.000 personas asistieron al partido. La superioridad txuri-urdin (1-3 con doblete de Gaby y gol de Amaiur) fue palpable una vez más (allí ganaron también la temporada pasada), pero igualmente los seguidores rojiblancos vibraron con las suyas y el espectáculo mostrado.
Quizá el Nuevo Colombino no presente el aspecto de coliseos como Mestalla o San Mamés (va necesitando una reforma), pero estamos hablando de estadio del Decano del fútbol español, un clásico de nuestro fútbol ahora venido a menos (el Recreativo de Huelva milita actualmente en la Segunda División RFEF, cuarta categoría). El orgullo de la ciudad lo mantiene desde hace años el Sporting, que a pesar de sus muchas limitaciones ha logrado encadenar 17 temporadas consecutivas en la élite. Llegó a un acuerdo con el Recre para dejar atrás La Orden y jugar más partidos en este emblemático estadio, que volvió a abrirse para jugar frente al Real Madrid. Unos 3.000 espectadores acudieron para ver la victoria de las blancas con gol de Athenea (0-1).
No son los primeros estadios que se abren este curso ni serán los últimos. El Levante jugó en el Ciutat de Valencia ante el Real Madrid y la Real Sociedad en el Reale Arena frente al Bayern Múnich. Este fin de semana el Atlético de Madrid jugará en el Metropolitano contra el FC Barcelona tres años después de batir el récord de asistencia mundial en un partido a nivel de clubes. Las azulgranas jugarán además en el Camp Nou este jueves ante el Bayern.
La realidad de los clubes femeninos está, sin embargo, todavía en las ciudades deportivas. Y aunque es imposible ver cada fin de semana en la Liga F los grandes estadios del fútbol español, es innegable que el fútbol femenino ganaría en todos los sentidos si cada club contara con estadio propio. El Barça lo hace desde hace años en el Johan Cruyff Stadium, y juntar entre 4.000 y 6.000 personas en cada partido tiene el mismo mérito que juntar 90.000 personas dos veces al año. El Real Madrid juega en el Di Stéfano y la afición crece exponencialmente: en el pasado Clásico batieron récord de asistencia con 5.126 aficionados. El Madrid CFF llegó a un acuerdo con el Fuenlabrada y juega sus encuentros en el Fernando Torres (capacidad para 5400 personas). El Sevilla juega en el Jesús Navas, con un aforo de 8000. Ese es el futuro al que aspiran los clubes femeninos, no solo por la estética a la hora de verlo por la TV: es la comodidad del aficionado y el calor con el que arropan a las jugadoras desde las gradas. El ambiente envolvente que hace el fútbol más fútbol.