Chile arde porque Colombia y Perú arreglaron un empate que contentaba a las dos y que les dejaba fuera del Mundial. Las imágenes de Falcao yendo uno por uno a los jugadores perúanos a comentarles que ambos entraban entre los cinco primeros si no cambiaba el marcador ha dado la vuelta al mundo, mientras Paolo Guerrero preguntaba a su banquillo si era verdad y si con eso estaban dentro. Pero la situación, que ha provocado un polvorín en el país que ostenta las dos últimas Copa América, se lleva viendo toda la vida y se seguirá viendo. ¿Por qué no van a acordar empatar dos equipos que, con un empate, cumplen sus objetivos?
Que nadie se engañe. Perú y Colombia no salieron a empatar. Lucharon por el partido desde el minuto uno. Se dieron cera hasta en el carné de identidad y pelearon cada balón dividido como si fuera el último, porque en juego había un Mundial, que clasificaba a la que ganaba, eliminaba a la que perdía y podía dejar a ambas fuera de empatar. Colombia, una de las revelaciones en Brasil 2014 no se quería perder la oportunidad de volver a dar la sorpresa en un campeonato mundial y Perú, que no pisaba la competición desde 1982, no podía quedarse en la orilla después de haber remado y remontado una clasificación que parecía imposible hace solo unas jornadas. Y bien sabe el mundo entero que a Paolo Guerrero, su capitán, su goleador, su alma, el fútbol le debe una presencia mundialista.
Fue el gol de Venezuela ante Paraguay en el minuto 84 el que cambió el escenario. Para entonces, el propio Guerrero acababa de empatar ante Colombia y Chile tenía su partido más que perdido ante Brasil. La historia quedaría con Colombia 4ª y Perú 5ª a no ser que en esos cinco minutos finales Paraguay lograra dos goles. Y claro, cuando la situación le llegó a los jugadores sobre el campo se ordenó un alto el fuego. El empate metía a los cafeteros en el Mundial y a Perú en la repesca, ante una Nueva Zelanda que a priori es sumamente inferior.
Perú y Colombia pegaron el frenazo a falta de un par de minutos del fin del partido más el descuento para beneficiarse ellos mismos de la situación, no para perjudicar a Chile. Algo que sí habría sido feo de ver. ¿Por qué van a arriesgar más de la cuenta dos equipos a quienes les vale el resultado? Es por eso mismo por lo que un equipo que gana 4-0 a otro baja el pistón y, aunque puede acabar metiéndole más de media docena al rival, se contenta con ello. No está dando su 100%, pero le vale. Es por eso mismo que un equipo que gana 3-0 en una eliminatoria en el partido de ida, puede decidir salir a reducir esfuerzos y contentarse con un empate que les clasifique, aunque puedan incluso ganar el partido arriesgando más.
Es por eso que los entrenadores que van ganando sus partidos, ejecutan cambios defensivos para mantener un resultado que podría ser más abultado pero que les sirve. Es por eso que Usain Bolt corre unas semifinales de 100m lisos por encima de los 10 segundos pese que podría bajar la marca de manera considerable. Pero le vale para ser primero de su serie, o para clasificar. Y no por ello, por no dar su 100%, está alterando la competición. ¿Qué sucede cuando Lewis Hamilton va sobradamente ganando un GP de Fórmula 1 y en las últimas vueltas reduce el ritmo para incluso ir saludando con la mano al público en el último sector? ¿No va a tope. Podría dar más de sí. Pero le vale para ganar? ¿Qué sucede cuando a Marc Márquez le vale ser tercero en una carrera para ser campeón del mundo de MotoGP y el tipo, que podría ganar el gran premio sobradamente, prefiere ser cauteloso y mantenerse en el último lugar del cajón para acabar con el título? Podría dar más de sí, pero ese resultado le sirve. ¿Son acaso biscottos?
Todo en el fútbol en general y en el deporte en particular sería biscotto, conspiranoico. Cuando un equipo que va ganando se va al córner a perder tiempo en vez de intentar enfilar la portería para marcar otro gol… ¿Cuántas veces hemos visto a un equipo que con empatar es campeón y empata, pese a que arriesgando un poco más podría ganar? Perú y Colombia jugaron a su 100% durante casi 90 minutos. Buscaron el empate que les clasificaba, trataron de, de manera inevitable, ganar y eliminar al rival al que se estaban enfrentando. Pero entonces el escenario cambió, el empate les valía y decidieron en los últimos minutos sumar un punto para ir a Rusia. Y empataron. Y no perjudicaron a nadie. Si Chile o Paraguay hubieran ganado, ese biscotto de cinco minutos no habría servido para las dos. Y entonces aquí estaríamos, escribiendo si Venezuela y Brasil (que ganaron a Paraguay y Chile y no se jugaban nada) debían haber levantado un poco el pie del acelerador.
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