Este inicio de curso futbolístico no está siendo fácil ni tranquilo. Incluso me atrevería a decir que está siendo algo tumultuoso, ya que el ambiente que planea en el radio de alcance culé -conocido como entorno– hace que parte de la afición no sienta ahora mismo demasiado apego hacia lo que el FC Barcelona está planteando. Cierta hiperventilación tuitera -queramos o no es a día de hoy una vara de medir- aparece y se manifiesta con frecuencia, poniendo el foco en una propuesta de juego que no carbura. En la sensación reiterada de que un grupo de jugadores de esta categoría podría ofrecer mucho más, complementado con un miedo a que la influencia del cómo haya reculado para dejar paso a un qué que se abraza al resultadismo.
De ahí mi necesidad de exponer una idea que dejé caer hace no mucho y que me sirve para analizar el momento del equipo, especialmente en el Camp Nou, donde estamos asistiendo a una especie de ‘engaño’. No es una cuestión de números, porque si nos ceñimos a esto vemos que en ocho partidos como local el equipo ha sumado siete victorias y un empate, con 27 goles a favor y 8 en contra. Este engaño del que hablo guarda relación con la metodología, y se puede explicar a través de un símil:
El Camp Nou es un clickbait. En los partidos que el equipo de Ernesto Valverde ha disputado como local se han presenciado actuaciones individuales capaces de cazar muchos clicks, goleadas de las que pueden extraerse muchos likes fáciles. Pero claro, este anzuelo tan efectivo para el público inexperto tiene un hándicap importante: es absolutamente incapaz de engañar a los internautas más experimentados, aquellos usuarios que desde hace años son fieles visitantes del dominio culé. Perfiles que enseguida detectan que el contenido que les ofrecen es carente de esencia y tiene pocos indicios de progreso en cuanto al ideario de fútbol azulgrana. Ahora mismo, el Barça encaja como un guante en esta definición de clickbait: es capaz de llamar la atención y contentar al espectador que le basta con leer el titular, aquel que no se ha detenido a leer la noticia entera, el fondo, la esencia.
De sobras es sabido que el clickbait, de la misma forma que puede incrementar considerablemente el tránsito de personas que asisten a tu plataforma -que en este caso responde al nombre de Camp Nou-, puede generar cada vez más usuarios insatisfechos, que se llevan una imagen negativa del contenido que han encontrado. Es por eso que habría que ser extremadamente cuidadoso en aquello que se ofrece a los aficionados, poniendo los cimientos necesarios para volver a desarrollar una idea de juego capaz de conseguir una relación sólida y duradera con ellos. Conseguir un engagement futbolístico con la comunidad de usuarios que no solo entra, sino que selecciona, lee e integra el contenido generado. Buscar la reconciliación balompédica; recuperar la esencia perdida con acciones de fácil visibilidad; perseguir la solidez que tantas veces nos ha definido como conjunto; priorizar el buen trato del balón dentro del equilibrio horizontal-vertical que requiere una propuesta ofensiva; evidenciar el trabajo de automatismos tácticos en transiciones ataque-defensa lo más corales posibles; mutar la consigna del equipo en cuanto a Messi pasando al ‘tender la mano a’ en vez de ‘dejar todo en manos de’… En definitiva, poder tener certezas de que existen ingredientes para cocinar un plan definido.
De hecho, el Camp Nou es un clickbait no solo desde el punto de vista futbolístico, sino también social, ya que capta parte del tráfico de personas que visitan la capital catalana y tiene la capacidad de conseguir un gran número de visitas semana a semana. Una ‘Camp Nou experience’ sin que la necesidad de tener mucho conocimiento de fútbol sea condición sine qua non. El fútbol como show para las masas que transgrede de lo estrictamente deportivo. La Sagrada Familia, el Park Güell, Las Ramblas y el Camp Nou. Esa oportunidad de añadirle a tu recorrido vital la experiencia de ver en directo a Messi. Poder hacer y compartir ese selfie desde la tribuna: ‘mira cariño cuántos likes en un momento… ¡vaya!, que ya han pasado diez minutos de partido y yo aquí mirando el móvil. ¿Cuál era la alineación? ¿Me has dicho que jugaba Messi, verdad? ‘.
Situaciones que todos hemos visto y vivido, a las que contribuimos y que parecen inevitables en la transformación de los hábitos sociales y de ocio que están a nuestro alrededor. Situaciones que han convertido al fútbol en algo cada vez más transversal o la vida en algo cada vez más futbolístico. El conformismo con la desconexión de dos horas o entretenimiento que un partido de fútbol nos ofrece, y que acabe como acabe, pero que haya goles, o la exigencia de querer que estas dos horas se conviertan en tiempo invertido, y que acabe como acabe, pero que mi equipo sea reconocible. El qué o el cómo. El resultado o la esencia. El contenido o el clickbait. Yo lo tengo clarísimo. Tú lo tienes clarísimo. ¿Y el club? Espero que también.
“Diez cosas que vas a ver en el Camp Nou. La séptima te sorprenderá”. ¿Se lo imaginan en un futuro no muy lejano? Miedo me da.
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