Podría haber elegido
cualquier deporte del que enamorarme, pero elegí el balonmano, ese deporte
minoritario y que nunca me dará de comer.
Recuerdo perfectamente el momento en que me enamoré de este
deporte. No fue en un partido épico, ni que mi familia fuera una forofa de él,
ni siquiera fue por amigos. Fue en una charla que dio el por entonces jugador del
Ademar León, Álvaro Cabanas en mi
instituto. Sí, habéis leído bien, en mi instituto, concretamente en noviembre de 2011. Porque lo mío con el
deporte de la resina no es un amor de toda la vida, cuando era pequeño jamás
había cogido un balón de balonmano.
Pero empecemos por el principio: Mi relación con el mundo
del deporte comienza desde muy pequeño. He practicado tantos deportes que
podría ser nombrado responsable del COE.
Atletismo, baloncesto, fútbol sala,
lucha leonesa, frontenis o incluso ajedrez y floorball entre otros, son los
deportes que me han visto creer y sufrir, sobre todo lo segundo.
En la provincia de
León, tenemos la gran suerte de que el Ademar
León organiza varias charlas de divulgación de balonmano entre los colegios
e institutos de dicha provincia. El día que Cabanas visitó el mío, reconozco que busqué en Wikipedia la plantilla del Ademar,
porque siendo sinceros no tenía prácticamente ni idea del club. Aun hoy
recuerdo la pregunta exacta que le hice: ¿Crees
que le afectará al Ademar las bajas de Castresana y Ricardo Costa para luchar
por la Liga? Posiblemente me enamorara de este deporte por la amabilidad y
lo cercano que fue Álvaro conmigo.
Por aquel entonces yo era portero de fútbol sala, y no se me
daba nada mal. Pero al llegar a casa aquel día dije «mamá, quiero jugar al balonmano». La primera vez que pisé el Palacio de los Deportes de León, fue un Ademar-Valladolid ¡Qué mejor partido para estrenarme que un
derbi! Y aun a día de hoy guardo el programa de mano de aquel partido.
Para mi cumpleaños mis tíos me regalaron un balón de
balonmano y me pasé todo el verano con el balón pegado y mirando vídeos en Youtube de como lanzaban los extremos,
«entrenando» para cuando llegase la nueva temporada deportiva.
Este deporte me ha
dado muchas cosas, el 90% muy buenas, Como conocer a multitud de personas
tanto compañeros de equipo como rivales, o parejas arbitrales que se
convirtieron en grandes amigos. No puedo olvidarme tampoco de mis compañeros de
«periodismo» Judit, Gemma o
Rubén. Personas que llegan a tu vida por casualidad y que se convierten en
parte fundamental de tu día a día.
Aprovecho este
artículo para decir a los niños y niñas, jugad a lo que verdaderamente os
emocione, no os dejéis influenciar por aquellas personas que dicen:
¿Balonmano? ¡Pero si a eso no juega nadie! ¿Balonmano? ¡ Pero si esos no
cobran! ¿Balonmano? ¡Si eso no sale en las noticias! ¿No prefieres el fútbol?
Elegí el balonmano por la cercanía de los ídolos, por su
compañerismo absoluto, por su emoción pero sobre todo porque uno no elige de
quien se enamora. A fin de cuentas, el
balonmano me eligió a mí.
Ah, y por cierto
abuela no juego a baloncesto.
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