Con un rostro muy característico y unas habilidades reconocidas en la época, aunque hay poco material sobre sus actuaciones en el campo, Tommy Ball tuvo que echar el resto para lograr hacerse un hueco en el once titular de un Aston Villa que se paseaba por los terrenos de juego como uno de los grandes conjuntos del fútbol inglés. Sin embargo, la vida de Tommy Ball acabó muy pronto y el jugador terminó pasando a la historia como el primer y único futbolista profesional inglés en ser asesinado.
Tommy fue el sexto hijo de un minero del carbón, profesión en la que Ball se inició a los 13 años y que fue su forma de ganarse la vida hasta que el Newcastle se fijó en sus maneras y lo fichó del Felling Colliery. Tommy no llegó a jugar con el conjunto de las Urracas y en enero de 1920, se marchó al Aston Villa. Para entonces, el Villa campeonaba por el fútbol inglés con una superioridad aplastante. De 1888 a 1933 solo se había quedado fuera del top 10 en dos ocasiones. Por el camino, llenó sus vitrinas con seis títulos de liga y seis FA Cup. Eran otros tiempos.
Los inicios de Ball en el club de Birmingham no fueron nada fáciles. El Villa, que contaba con una plantilla de sobrada calidad, tenía entonces en sus filas a Frank Barson (cuya historia también habrá que contar algún día), fichado en 1919 procedente del Barnsley, y una pieza inamovible en el centro de la defensa. Mientras Barson lucía el brazalete de capitán y recogía elogios en cada partido, Tommy Ball aguantaba como podía su destierro en el banquillo. En las dos temporadas completas que compartió equipo con Frank Barson, Ball sumó un total de 28 apariciones. Cuando Barson se marchó al Manchester United en 1922, Tommy tuvo su oportunidad para recoger el testigo. Y así lo hizo.
A pesar de no contar con demasiadas opciones en un principio, Tommy se instaló rápidamente en Birmingham y se casó con Beatrice, la hija de un pastelero local, y ambos alquilaron una casa cercana a Villa Park. La vivienda era propiedad de George Stagg, un ex-policía que había combatido en la Primera Guerra Mundial y que residía en la casa de al lado.
La relación entre Stagg y Tommy Ball nunca fue buena. Primero, por el mal humor que gastaba el casero que chocaba con el carácter de Tommy. Segundo, por las continuas disputas por las gallinas que poseía Ball y que siempre acababan en la propiedad de Stagg y que fueron haciendo la difícil relación cada vez más insoportable. Mientras convivían con sus roces, el futbolista sumaba titularidades en el Aston Villa. Fueron en total, entre liga y torneos coperos, 74 apariciones. La última vez que pisó un terreno de juego fue el 11 de noviembre de 1923, en la victoria 1-0 sobre el Notts County que le sirvió al Aston Villa para alcanzar la tercera posición en la tabla.
La noche tras el partido transcurría con normalidad. Tommy fue con su esposa a un famoso pub y allí se tomó tres pintas y media. Cuando el local cerró, regresaron a casa dando un paseo. Una vez allí, Tommy salió a pasear al perro mientras Beatrice le esperó dentro. Lo último que escuchó su mujer fue una fuerte discusión y un disparo.
Cuando salió a la puerta de la calle vio a su marido ensangrentado arrastrándose por el suelo. «Me ha disparado«, le dijo Tommy a Beatrice antes de que se oyera otro disparo que pasó cerca de ella. Instantes después, la policía se personaba en la vivienda y detenía a George Stagg. No se pudo hacer nada para salvar la vida de Tommy Ball. Con 23 años, el prometedor central del Aston Villa moría a consecuencia de la herida de bala que le había disparado su casero.
George Stagg fue llevado a jucio, donde declaró repetidas veces que todo había sido un accidente. En su versión de los hechos, el casero escuchó un ruido en el jardín de su casa mientras descansaba, por lo que pensó que alguien intentaba entrar en su propiedad. Agarró la escopeta y salió a intimidar al intruso. Se encontró entonces con Tommy Ball que, según sus palabras, estaba totalmente borracho y le había amenazado de muerte. Discutieron, forcejearon y Stagg disparó su escopeta, hiriendo de muerte al defensa.
Durante todo lo que duró el juicio, Stagg no cesó en su empeño de señalar que fue un accidente. Cuando se vio acorralado, alegó que Tommy Ball tenía problemas con el alcohol y que maltrataba a su mujer. El entrenador del Aston Villa en esos días, Alf Miles -que también jugó en el equipo de Birmingham durante 11 años- desmintió la primera acusación. La esposa de Ball, desmintió la segunda.
George Stagg fue condenado a muerte, pero tuvo la suerte de ver llegar al poder a Ramsay MacDonald, el primer ministro que tuvo el Partido Laborista y que era contrario a la pena de muerte. A Stagg se le conmutó la pena por cadena perpetua y tras pasar por la cárcel, acabó dando tumbos por varias instituciones mentales. Acabó muriendo en una de ellas en 1966, a la edad de 86 años.
Centenares de personas acudieron al entierro de Tommy Ball, que se celebró un 19 de noviembre de 1923, ocho días después de su muerte. Una noche cualquiera le habían quitado la vida y entró en la crónica negra de la historia del fútbol demasiado joven.
El Aston Villa encontró en Vic Milne al sustituto de Ball en la defensa. Con 26 años, Milne ya era un cualificado doctor cuyo padre había sido el primer presidente del Aberdeen. Se quedó toda su carrera en el Aston Villa, sumando 157 partidos y ocupando el cargo de médico del equipo cuando se retiró. Pero eso es otra historia.
Historiador. Fútbol y cultura popular. Anglófilo convencido. Cinéfilo militante. Reivindico la necesidad de contar historias más allá del balón.
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