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Deporte

El asesinato de Dave Schultz por el cobarde John du Pont

Nuestra historia comienza un 22 de noviembre de 1938 en Pennsylvania, Philadelphia. Allí nace John du Pont, hijo de un de un importante banquero y hombre de negocios; du Pont sería el heredero de una gran fortuna familiar. El pequeño tuvo serios problemas de personalidad desde su infancia. Su timidez y el divorcio de sus padres lo condenaron a llevar una infancia solitaria en la que no gozó de cariño. Se refugió en alguno de sus hobbys, como la ornitología o el coleccionismo de sellos. Otra de sus pasiones era el deporte, lo intento en la natación o el triatlón, pero a pesar de sus esfuerzos fracasó estrepitosamente. A pesar de ser un chico adinerado, se interesó por la lucha libre. Esto enfadó a sus padres, que lo veían como un deporte de las clases bajas. Du Pont quizás buscaba desafiar a aquellas dos personas que le habían arruinado la infancia.

A pesar de sus fracasos como deportista, su amor por este mundo no cesaba, y su sueño de hacerse con una medalla olímpica no iba a morir tan fácilmente. Du Pont decidió montar un complejo deportivo en la granja familiar a la que rebautizó como Foxcatcher. La granja tenía más de 800 hectáreas, y allí vivían jóvenes atletas de los que du Pont era mecenas. Como comentábamos antes, du Pont era un gran aficionado a la lucha libre. Estados Unidos tenía deportistas que destacaban en este deporte, pero siempre se quedaban detrás de la Unión Soviética. La diferencia principal era que los soviéticos podían dedicarse a este deporte por completo, ya que contaban con el apoyo económico de su gobierno. Para solucionar esto, du Pont decidió acoger al equipo olímpico americano, con el sueño de hacerlo campeón. Ese fue el momento en el que se cruzó en la vida de Dave Schultz.

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Dave Schultz había llegado a Foxcatcher junto a su hermano Mark. Dave era el deportista más destacado del equipo Foxcatcher y la persona más próxima a du Pont. Dave vivía junto a su familia y otros deportistas en la granja. El americano compartía casa y vida con el que sería su mejor amigo, el búlgaro Yordanov. Las cosas iban bien, los luchadores y du Pont formaban una gran familia, el millonario por fin empezaba a tener algo de lo que siempre había carecido: un grupo de amigos. 

Poco a poco du Pont fue perdiendo la cabeza. La muerte de su madre le afectó, y el consumo de drogas y el alcohol aumentaba su paranoia. Decía que había gente en las paredes y túneles por debajo de la finca, y además empezaba a señalar a Schultz como el causante de estos problemas. La paranoia de du Pont alcanzó límites insospechados cuando se obsesionó con el color negro, diciendo que le traía mala suerte y decidió echar del equipo a todos los luchadores de raza negra, entre ellos Kevin Jackson, que había ganado el oro en Barcelona 92.  Pero por increíble que parezca todo iría a peor. Du Pont empezaba a pasearse con armas por la propiedad, sembrando el pánico entre sus huéspedes. Cuando en uno de sus ataques decidió echar a uno de los miembros del equipo, este demoró su salida de la propiedad. Mientras entrenaba en el gimnasio du Pont apareció con un arma, le gritó y le apuntó con ella. Sin embargo, este lo calmó y evitó una desgracia que sería cuestión de tiempo.

Era un frío 26 de enero de 1996. Quedaban pocos meses para las Olimpiadas de Atlanta 96. Ahí, Dave Schultz lucharía su último combate, ante su gente y dejaría el ring para disfrutar de su mujer y sus dos hijos pequeños. Schultz estaba comiendo con su familia, feliz, sin saber que esos eran sus últimos momentos junto a ellos. De repente escucharon llegar un coche, Schultz miró por la ventana y dijo «¡Es John!». Entusiasmado, se levantó de la mesa y salió a saludarle. Dave iba hacia el coche, cuando vio salir por la ventanilla un arma que le apuntaba. Tres disparos sonaron, uno de ellos fue mortal. Du Pont huyó en coche y se atrincheró en casa durante 48 horas hasta que fue detenido y condenado. Mientras tanto Schultz daba sus últimos suspiros en el suelo, como un campeón intento resistir como en todas esas peleas que batalló durante su vida, pero esta vez caería derrotado ante la mirada de su mujer, que lo besó en la frente y lo despidió con un te quiero. De esta manera tan triste acabó la vida de Dave Schultz, un medallista olímpico, un campeón del mundo, pero ante todo un padre y un buen amigo, al que todavía lloran los que lo conocían. Du Pont murió en la cárcel en 2010, pocos podían imaginar que aquel niño solitario se acabaría convirtiendo en un monstruo que acabaría con la única persona a la que en su triste vida, pudo llamar amigo. 

 

1990/ Estudiante de periodismo/ Santiago-Sevilla/ “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios… pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión.” (El secreto de sus ojos)

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