Últimamente he leído varios artículos que hablaban de lo que podrían haber sido algunos equipos si no se hubieran ido sus estrellas u otros problemas. Y no me he podido resistir y también quiero hablar de un equipo que, pese a que era muy joven, me marcó. Se trata del AS Mónaco de la temporada 97/98, un equipo plagado de talento joven que llegaría a semifinales de Champions de esa temporada. Jugadores como Henry, Trezeguet o Giuly formaban parte de aquel conjunto. Fueron eliminados por otro gran equipo, la Juventus de Turín y gracias a un tal Alessandro Del Piero. Antes, en cuartos, se habían ganado el respeto de todos dejando en la cuneta a todo un Manchester United.
Aquel Mónaco contaba en la portería con un histórico como Fabien Barthez, un portero que era capaz de lo mejor y de lo peor. En la defensa, aquel conjunto tenía a uno de los defensas llamados a triunfar por todo lo alto, Philippe Christanval. Solo contaba con 19 años y acababa de ascender del filial. Acabaría fichando por el FC Barcelona en la temporada 2001/2002, pero en las dos temporadas que estuvo nunca demostró el nivel que se le presuponía. Pero en aquella defensa había más jugadores importantes, como Djibril Diawara, Martin Djetou, Franck Dumas, Cristoph Pignol o todo un Willy Sagnol con 20 añitos y que acababa de llegar del Saint Etienne.
El centro del campo no se quedaba atrás, ya que contaba con jugadores como Costinha, Sylvain Legwinski, Ali Benarbia o John Collins. El centrocampista portugués había llegado durante el mercado de invierno de la temporada pasada y todavía no se había hecho con un sitio en el equipo. Sin embargo, fue uno de los que más carrera hizo, sobre todo en las filas del Oporto, con quien ganaría la Champions precisamente frente al Mónaco. Muchos aficionados le recordarán por su paso por el Atlético de Madrid la temporada 2006-2007.
Collins cumplía su segunda temporada, después de que en la primera impresionara anotando 6 tantos. No mostró el mismo nivel, pero era un jugador que cumplía en el campo. Benarbia era fijo en el mediocentro y uno de los jugadores más utilizados por el técnico Jean Tigana. A la temporada siguiente se marcharía al Girondins de Burdeos. Legwinski cumplía su segunda temporada en el equipo, pero no acabó de demostrar lo que prometió. En su primera temporada tuvo un papel más protagonista, jugando la treintena de partidos y anotando 9 goles en liga. Durante los siguientes cursos, no obstante, su rendimiento y participación fueron disminuyendo, hasta su salida al Girondins en el 99.
Pero era su ataque lo que lo hacía un equipo diferente y, de haber mantenido a estos jugadores, un equipo temible. Un tridente formado por unos jovencísimos Víctor Ipkeba, Thierry Henry y David Trezeguet. El primero ha sido el menos reconocido, aunque los aficionados del Real Betis lo recordarán tras su breve paso por el club en la temporada 2000-2001. Sus mejores años los pasó en el Mónaco y esta temporada fue el segundo máximo goleador del equipo con 16 dianas. En la 99-00 partió hacia la Bundesliga para jugar en el Borussia Dortmund, donde poco a poco se fue estancando.
De Henry, poco se puede decir que no sepamos ya. El máximo goleador histórico del Arsenal, donde tiene hasta un monumento. Arsene Wenger, que ya lo conocía del equipo francés, no dudó en reclutarlo para el conjunto inglés. Henry se convirtió en un jugador que ha dejado momentos y destellos de calidad gigantescos en el conjunto ‘gunner’, en la selección francesa y en el fútbol en general. Talento y clase a partes iguales, ha sido uno de los delanteros más importantes de su época. También tuvo grandes momentos en el Barcelona, por su puesto, aunque llegara ya en sus últimos coletazos de su carrera.
Y no nos olvidamos de David Trezeguet. Un delantero que triunfó donde precisamente Henry no pudo, la Juventus. El delantero de origen argentino consiguió la friolera de 171 goles. Un delantero de área, listo y siempre con la caña a punto. Un caza goles que siempre prometía muy buenos números en liga. Su sola presencia bastaba con tener alerta a los defensas rivales, que sabían que, si se despistaban, lo pagarían.
Pero tras estos tres delanteros, había un joven que llegaría en enero de ese año y comenzaría a ser importante: Ludovic Giuly. Sólo contaba con 20 primaveras, venía del Olympique de Lyon y fue el que más carrera hizo en el conjunto monegasco. Formó parte de aquel equipo que llegaría a la final de Champions el año 2004. Posteriormente continuó su carrera en el FC Barcelona, donde cuajó muy buenas temporadas y conquistó una Champions, dos Ligas y una Supercopa de España.
Este equipo forma parte del periodo dorado del conjunto francés, que empezó con Arsene Wenger en los banquillos hasta 1994. Con la sucesión de Jean Tigana y la llegada de Claude Puel después, el AS Mónaco contaba con presencia en la Ligue 1 y asomaba en Europa. Tras llegar a la final de la máxima competición europea en el 2004, el equipo fue perdiendo peso. Entre salidas de jugadores y la inestabilidad en el banquillo, el conjunto monegasco encadenó malas temporadas hasta su descenso el año 2011. Con la llegada del magnate Dmitry Rybolovlev, se trata de remontar un proyecto que empezó con grandes inversiones, pero que actualmente parece que se centra más en el trabajo a largo plazo. Este año el Mónaco es segundo en la Ligue 1 y primero en el grupo E de la Champions League. Un histórico que pretende volver de sus fueros.
Imagen cabecera: Depor.com
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