A sus 28 años y tras unas cuantas idas y venidas sin llegar nunca a sacar todo su potencial, a excepción de su segunda temporada en el Watford, Gerard Deulofeu ha encontrado en esta campaña en el Udinese la dimensión futbolística que se esperaba de él desde su irrupción en el primer equipo del FC Barcelona hace exactamente una década.
La madurez, la constancia, las cifras (12 goles y 4 asistencias hasta ahora), un amplísimo rango de acción por todo el frente de ataque, un estilo que le beneficia tremendamente y un pulido entendimiento del juego han llegado de la mano de un cambio de rutinas que, como él mismo ha admitido en una entrevista en ‘El Mundo’, ha marcado las diferencias en esta etapa de su carrera de una forma decisiva.
Unos hábitos que se basan en la psiconeuroinmunología, que abarca cuestiones nutritivas pero también personales, y en el trabajo con un equipo de analistas propio con los que revisa cada encuentro anterior y prepara cada partido posterior de manera específica. “Ahora voy al campo con la mente limpia, no me hace falta motivación, la llevo dentro”.
Las estadísticas de Deulofeu en esta Serie A hablan alto y claro. Es el 7º futbolista que más asistencias esperadas (xA) da; el 8º que más remata a puerta en términos absolutos solo tras nombres como Immobile, Vlahovic, Lautaro, Berardi, Dzeko, Dybala, Leao y Scamacca; el 4º que más pases clave reparte tras Berardi, Çalhanoglu y Candreva; el 2º que más pases completa al área después de Barella; el 2º que más acciones realiza para la creación de tiros de su equipo y el líder del campeonato en conducciones al área rival.
Números propios de un atacante completísimo, favorecido por la libertad que le otorga un estilo directo que da muchos metros a sus puntas para correr. Un atacante que ha sabido por fin conjugar un alto volumen de acciones ofensivas con lectura y efectividad para tomar las riendas creativas dejadas libres por De Paul. Y números propios, en consecuencia, de una absoluta referencia ofensiva tanto para su equipo como dentro del campeonato italiano, que demuestran de forma contundente sobre el papel lo mucho que ha crecido su toma de decisiones y sus dotes finalizadoras sobre el campo.
Además, Deulofeu se está entendiendo muy bien con un nueve robusto y referencial en el juego directo como es Beto y ya no tiene la obligación de partir desde una posición limitada al clásico juego de extremo que ha marcado la mayor parte de su trayectoria, lo que le permite picotear mucho alrededor del punta luso y caer a cualquier costado a su antojo. Una amplitud, un compendio de movimientos y unas virtudes ahora mucho mejor enfocadas que han ido acompañadas de una mejora de su compromiso sin balón muy evidente.
En el Udinese, Deulofeu ha llegado a su apogeo, está viviendo su máximo esplendor, se ha instalado en el mejor tramo sostenido de su carrera, ha dejado atrás su antes inherente efervescencia para cambiarla por consistencia y está asimismo en la disposición ideal para acometer de nuevo el salto de nivel que le devuelva a un club con hechuras europeas.
Y si decide no hacerlo y quedarse otro año más en el Friuli, aún seguirá estando en la hora y el lugar perfectos y en el contexto táctico ideal para continuar siendo el jugador franquicia en el que se ha convertido y uno de los futbolistas, lejos de los clubes grandes del Calcio, más capacitados y con más recursos para liderar ofensivamente a un equipo en su conjunto.
Imagen de cabecera: Udinese Calcio