Gabriel Fernández Arenas, ‘Gabi’, cuelga las botas a los 37 años, después de haber abandonado el Atlético, el equipo de su vida, hace dos, con un legado inolvidable. Porque Gabi, actor secundario en cada guion de cada novela, se terminó convirtiendo en un jugador de leyenda vistiendo la camiseta rojiblanca. Muy pocos imaginaban que Gabi iba a terminar haciendo la carrera que llevó a cabo cuando debutó como profesional a principios de siglo. Casi ninguno lo intuía cuando en 2011 retornaba al Vicente Calderón para jugar un rol que en principio parecía bastante secundario, pero el ‘14’ se acabó convirtiendo en el líder y capitán del mejor Atlético de la época moderna y posiblemente de la historia. Pero que un jugador sin a priori nombre y peso llevara la cinta le causó más de un problema e incluso, uno de los más célebres historiadores del país y el mayor conocedor de la historia rojiblanca le catalogó como “el peor capitán de la historia del Atlético” cuando apenas estaba empezando. Siempre tuvo que remar a contracorriente.
Muy pocos entendieron lo que el vestuario rojiblanco ya había dictaminado. Gabi era quien llevaba la voz cantante en la plantilla. Quedó claro cuando, a menos de un año de haber retornado, en mayo de 2012, Antonio López decidió que ambos tenían que levantar la Europa League a medias, dejando a un lado a Perea y Álvaro Domínguez, que entonces eran segundo y tercer capitán. Un gesto que el propio Gabi repitió en 2018 brindándole a Fernando Torres, con quien había compartido equipo por primera vez 20 años atrás en el filial, un protagonismo que le pertenecía por historia y sentimentalismo pero no por galones dentro de la plantilla, pues Godín, Koke y Griezmann iban incluso por delante del ‘9’ en la carrera por el brazalete.
El ‘14’ rojiblanco dejó tras de sí un legado similar al del otro gran ‘14’ de la historia rojiblanca, quien posiblemente marcó su carrera y le llevó a un nivel de excelencia que no encontró reconocimiento en la selección por una cuestión de estilos y no de altura futbolística. Porque Gabi nunca llegó a vestir la camiseta de la absoluta pese a que merecimientos hizo de sobra. Fue Simeone quien le dio la bienvenida a Gabi al mundo de los mayores, allá por 2004, cuando el canterano de 20 años hizo su debut como profesional formando un doble pivote con el argentino que luego fue su máximo valedor. Y Gabi, que nunca se ganó su sitio en un Atleti mediocre en su primera etapa, sí lo hizo en un equipo excelso en la segunda.
Es curioso que el centrocampista no fuera válido para un equipo que deambulaba por la zona media-baja de la tabla, pero en cambio fuera esencial para otro que se codeó con los más grandes del planeta hasta ser uno de ellos. Porque cuando Gabi se marchó a Zaragoza y luego retornó, petición expresa de Manzano, muy pocos veían en él un rol que no fuera el de refresco, rotación o fondo de armario. Pero la marcha de Manzano y la llegada de Simeone cambió la carrera de un futbolista que parece fuertemente vinculado con su hacedor. Porque si bien su debut llegó haciendo pareja con Simeone y su mejor versión futbolística estuvo bajo las órdenes del argentino, a Gabi se le presupone una vuelta a la disciplina colchonera ayudando a Simeone a día de hoy y relevándole dentro de unos años cuando el Cholo decida que su etapa ha terminado. Así, el propio Gabi, que ya estuvo cerca de ser el auxiliar del equipo en verano, ya ejerció de técnico en un par de ocasiones siendo aún jugador. En una, ordenando desde el banquillo cuando Simeone estaba expulsado en la grada (bien preparado, con su walkie talkie y contacto directo con el argentino); en otra, siendo él quien estaba sancionado, dando órdenes desde el primer asiento del Calderón, justo tras el banquillo colchonero.
La carrera de Gabi se resume en la del niño que cumplió su sueño. No el de ser jugador de fútbol, sino el de ser futbolista del Atlético de Madrid. Para anexo de una trayectoria maravillosa, de rojiblanco lo ganó prácticamente todo: Liga, Copa del Rey, Europa League, Supercopa de España, Supercopa de Europa y siempre siendo el líder y capitán. Apenas le quedó una espinita, la de la Champions League, que tuvo tan cerca en dos ocasiones pero que se esfumó por detalles mínimos y dolorosos. Esa que ahora tendrá que abordar, en un futuro, dando órdenes desde el banquillo.
Imagen de cabecera: Maja Hitij/Getty Images