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EDF Logroño, una grata sorpresa

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Parece que ha llovido una eternidad desde aquel 2 de junio de 2018 en el que el EDF Logroño se convirtió en el primer equipo riojano en pisar la máxima categoría del fútbol femenino español. En realidad han pasado poco más de dos años, con una pandemia por medio. Y no solo sigue en la Primera Iberdrola. No solo lo ha conseguido a base de un trabajo excepcional, con una segunda temporada instalado en las posiciones altas de la tabla. Es que encima le veremos pelear con el Barça por su primer título en toda una final de la Copa de la Reina.

Nacido en 2008 y con la cantera por bandera (sus siglas son Escuelas de Fútbol Logroño), el cuadro vinotinto ya dio la sorpresa aquel verano de hace dos años cuando tumbó al favorito CD Tacón (ahora Real Madrid) y logró el histórico ascenso. También cerró la boca a aquellos que le veían como principal candidato a descender. Con un equipo plagado de jugadoras desconocidas y una revolución en la plantilla (más de una decena de fichajes), el por entonces equipo de Héctor Blanco (y más tarde de Chechu Martínez) dejó impronta y se salvó con cuatro puntos por encima del abismo en un tramo final de temporada excelso.

Uno de los grandes atractivos del EDF Logroño lo tiene en los despachos. Un equipo modesto, sin respaldo de un gigante económico pero con la creatividad y la convicción de conseguir grandes cosas. Y un olfato que permitió la llegada de Barbra Banda (jugando entonces en Zambia) en mitad de la temporada, revolucionando el ataque y formando una pareja espectacular con Jade Boho, una futbolista que en Logroño vive una segunda juventud.

Esa misma habilidad en el mercado es la que ha permitido que esta temporada apunte a ser de nuevo la gran revelación del campeonato, logro que iba camino de conseguir el curso pasado hasta que llegó el confinamiento (pese a perder a Banda rumbo a China marchaba séptimo a 12 puntos del descenso). Pocos podrían imaginar en la consecución de incorporaciones como Olga García (Barça, Atlético y Selección a sus espaldas) o Pamela Tajonar, considerada de una de las mejores guardametas del torneo. Las dos fueron las artífices del pase a la final en una agónica tanda de penaltis ante el Athletic, la primera anotando el lanzamiento decisivo y la segunda con dos grandes paradas.

El club, liderado internamente por Iván Antoñanzas, entendió de primera mano la importancia de contar con una crack en la portería y otra en la delantera. La superioridad en las áreas será clave en una Primera Iberdrola cada vez más igualada (a excepción del Barça, por supuesto). El logro de alcanzar la final, una experiencia preciosa con La Rosaleda como fondo (ojalá con público y repetir lo de Granada en 2019), está reservado para pocos elegidos. Desde el 2016 solo la habían disputado Atlético y Barça, los últimos campeones de la Liga, y la Real Sociedad fue la única capaz de romper la dinámica, derrotando a las rojiblancas en el nuevo Los Cármenes en una de las grandes sorpresas del fútbol femenino español.

Mismo objetivo tiene un EDF Logroño que tiene mucho que ganar y poquísimo que perder. Ser subcampeón ya es un premio para un equipo que pocos sabían de su existencia hasta hace dos temporadas. El temible Barça tiene casi todas las papeletas para ganar (un 95%-5% me atrevería a decir) pero lo que tienen las sorpresas es que siempre aparecen cuando menos te lo esperas. Y en eso el equipo riojano es un absoluto especialista.

Imagen de cabecera: EDF Logroño.

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