¿Cómo va eso por Argentina? ¿Hemos dejado de dudar de Messi? Leo está de vuelta con su selección y una vez más ha sido decisivo ante un rival duro. Ha hecho la diferencia incluso lastrado por unas molestias en el pubis que lo envían de vuelta a Barcelona antes de lo previsto y obligan a perderse el duelo frente a Venezuela. Contra Uruguay creó esa desigualdad sencillamente porque se trata del jugador con más capacidad para desnivelar sobre el verde que existe, así de simple.
Durante demasiado tiempo recelar de Lionel llegó a ser deporte nacional. Aparentemente, por fortuna, los practicantes van quedando en minoría, se impone la cordura. Pero ha costado. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero en este caso hemos vivido episodios muy feos contra el ’10’ a lo largo de todos estos años. El último, el pasado verano. Me hizo mucha gracia ver como tantos le echaban en cara su renuncia al combinado nacional, tachándolo de pecho frío y validando aquellas palabras de Diego Maradona que lo acusaban de falta de liderazgo. Yo no voy a entrar en eso hoy; ya expliqué, cuando estábamos inmersos en la disputa de la Copa América, lo que para mí significa ser un líder. Tras la derrota en dicho torneo ante Chile en la final, los fieles del Diego y además detractores de Leo se agarraron al argumento del título con la albiceleste para justificar que su ídolo esté un peldaño por encima. Con todos mis respetos, si valoramos los trofeos colectivos, la comparación es injusta, ya que existe mucha diferencia en favor de ‘La Pulga’, de modo que aparquemos ese tema, porque además cada cual tendrá su visión al respecto. Y ni uno ni otro jugaron solos.
Hoy todo un país vuelve a amar a Lionel. Ya una mayoría se había ido rindiendo paulatinamente al astro blaugrana, pero un pequeño sector, ese que nunca es feliz con lo que tiene, e intenta cargar sus frustraciones en la figura de quien los debería conducir a los cielos, lo señalaron con el dedo y lo acusaron de traidor, de cobarde, la noche aquella en la que, empapado en llanto, pidió perdón y optó por hacer mutis deseando no ser escollo. No sé, la gente debe pensar que por el hecho de cobrar unos sueldos tan elevados o vivir en otros niveles, los deportistas profesionales de élite no tienen sentimientos, no sufren. Son unos privilegiados, de eso no hay duda alguna, pero también son personas. Leo llegó a España siendo muy joven, y a pesar del trato tan cariñoso recibido en su país de acogida, nunca dudó sobre su deseo de enfundarse la zamarra azul y blanca. Hubiera sido sencillo ponerse la roja y, junto a sus socios habituales, tiranizar el planeta fútbol. Sobre el papel, una España con Messi aparentemente hubiera sido imbatible durante muchos años. Mas resulta que él se desvive por su patria y la ama incondicionalmente, sin titubeos. Leo Messi es humano, tiene sus pasiones. Y tras tres años perdiendo finales, estando a las puertas de tocar la gloria verano sí y verano también, se sintió presa del fracaso. La sensación de impotencia, tras haberse vaciado en cada uno de los encuentros celebrados hasta llegar al escalón definitivo para claudicar justo en el umbral del paraíso, debió ser inmensa. De modo que anunció su abandono porque creyó que era lo mejor. Para él, para los suyos, para la selección, para su país. Se equivocó, es posible. Pero va en nuestra condición errar. Castigarle por ello, cuando él mismo ya se había fustigado solo, era a todas luces injusto.
Imaginad cuanta responsabilidad en sus espaldas. Ser el número 1 y que, a pesar de tener un palmarés casi inmejorable, sigan con la misma cantinela de que no estás en lo más alto porque con tu selección no has campeonado. Y que cada vez que te enfundas el equipaje, te exijan lo máximo a nivel colectivo aunque a esto jueguen 11 tipos. Que seas objetivo de todas las miradas y críticas cuando el esférico dice no. Debe ser agotador. Yo personalmente creo que es un milagro que Argentina estos últimos tiempos haya alcanzado cotas tan elevadas con el escaso juego mostrado en la creación y esas enormes carencias en la línea defensiva. Del mismo modo que pienso que el que Portugal ganase la pasada Eurocopa se debió a una alineación de satélites nunca vista desde la Grecia de Otto Rehhagel. Perdonadme los fans del ‘Bicho’, pero que Cristiano Ronaldo levantase el trofeo continental no ha respondido a lógica alguna. Resulta que a esto se juega en equipo y cuando los lusos tuvieron que responder sin su estrella, fueron capaces de plantar cara y rendir por encima de sus posibilidades, logrando una hazaña que ni los más optimistas imaginaban tras la lesión de CR7, mientras que los socios de Leo ni asomaron cuando este necesitaba de su colaboración. Para ganar un trofeo de selecciones han de darse muchísimos condicionantes y, como en cualquier deporte colectivo, un solo tipo, por muy bueno que sea, difícilmente podrá desnivelar la balanza sin ayuda.
La prensa argentina ahora se rinde a Leo, le dedican todas sus portadas. Me parece normal. Y me alegro de que así sea; simpatías aparte, es de justicia. En el fondo todo mortal entiende que sin el rosarino, las opciones de Argentina de ganar algo son escasas. Debería darse una carambola histórica muy poco probable. Pero con Leo en sus filas, cualquier cosa es posible si recibe de sus compañeros un pequeño empujoncito necesario, ese que sí han obtenido otros anteriormente. Porque estamos hablando del mejor jugador del mundo, lo cual siempre concede ventaja. Pero, explicado todo esto, si como le ocurrió a Johan Cruyff o Alfredo Di Stéfano, se le acaban las oportunidades un día, habrá seguido siendo el más grande de su era. Igual que el neerlandés o el hispano-argentino entonces, en el deporte de la pelota está él, Leo, y luego el resto. No perdáis de vista a vuestro referente, amigos argentinos. Y disfrutad de su presencia. Estáis siendo testigos de algo único en la historia, que no precisa de medallas para ser admirado.