Novak Djokovic, el otrora invencible serbio que conquistó 12 Grand Slams y ostentó los cuatro grandes títulos al mismo tiempo, quedó eliminado del torneo de Acapulco y ahora se despide de México con más dudas que certezas en su futuro inmediato.
El segundo del ranking mundial de la ATP no ha tenido el mejor de los inicios de temporada. A pesar de un debut exitoso en el ATP 250 de Doha, tuvo que regresar al invierno europeo, que había olvidado, por su temprana eliminación en el Abierto de Australia.
El seis veces ganador de dicho torneo pasó de triunfar siempre el primer semestre de 2016 a llegar lejos sin concretar nuevos títulos en la segunda parte del año. En 2017 ni siquiera ha podido llegar a las jornadas finales de los dos últimos torneos en que participó.
«Su eliminación no tiene una explicación profunda. Si no estás al cien por ciento, se nota. No sé qué intensidad está manejando en sus entrenamientos», declaró Boris Becker, su ex entrenador, al medio francés Europe 1 después de que Djokovic cayera en segunda ronda en Melbourne a manos del uzbeko Denis Istomin, en ese momento el 117 del mundo.
Australia fue su primer torneo grande después de la salida en diciembre de Becker, con quien consiguió 25 torneos de ATP en tres años, incluidos seis Grand Slams. Ahora, dejó mucho antes de lo previsto el Abierto mexicano de tenis, donde se ganó desde el primer momento el cariño de los aficionados locales, y no podrá jugar la final soñada contra el español Rafael Nadal. En este año, Djokovic tiene un récord de nueve victorias y dos derrotas. Pero más allá de las estadísticas, algo cambió desde que ganó por primera vez en Roland Garros.
Hasta ahí venía de ganar cuatro torneos de Grand Slams consecutivos, pero a partir de entonces su nivel empezó una curva descendente, que comenzó a quedar expuesta con una prematura derrota ante Sam Querrey en Wimbledon y una símbolica caída ante el argentino Juan Martín del Potro en los Juegos Olímpicos. Sus números no son tan malos y sigue siendo el segundo mejor clasificado del mundo, pero para un jugador que dominó de manera absoluta el circuito, denotan una vulnerabilidad que hacía mucho tiempo que no mostraba.
Desde su caída en Australia, el serbio dejó durante un mes el circuito. Cambió su calendario. Se alejó de Dubai y aceptó entonces debutar en Acapulco, un escalón rumbo a Indian Wells, su verdadero objetivo. El anuncio de la «wild card» se dio apenas cuatro días antes del inicio del torneo. «No creo que haya buenos y malos momentos, sólo momentos. Son pruebas que te pone la vida, dios», explicó en México. «El tenis es como la vida, a veces estás arriba y a veces abajo, a todos nos pasa».
«Este deporte tiene sus procesos. Lo importante es prepararse bien y no dar una bola por perdida», agregó el ex número uno del mundo. A Djokovic se le pudo ver, además de impotente y superado, enfadado con su propio juego en su derrota dl jueves contra el australiano Nick Kyrgios. «No me siento bien con esta derrota, él sacó muy bien, mereció ganar», dijo después del partido.
Como en Australia, el serbio dejó pasar la oportunidad de demostrar que el bache en su rendimiento había quedado atrás. Djokovic se despide del balneario mexicano con más dudas que certezas. Su breve pero intenso amorío con la afición mexicana podría repetirse el próximo año. Pero ni las ovaciones ni el cariño de la gente podrán solucionar sus problemas de rendimiento.
En el tenis, la revancha, aunque Djokovic «odie» esa palabra, puede llegar rápido. El Masters de Indian Wells será una nueva oportunidad. En mayo y junio próximos, tendrá que defender el título en Roland Garros. El serbio intentará escalar nuevamente hacia una cima que alguna vez fue suya. Solo el paso de los torneos dictará si la remontada es posible.