Afirmaba Quique Setién, tras perder 3-5 contra el Real
Madrid en casa, que prefiere “perder así a que me metan un gol en el minuto 90
y perder de esa forma”. Como alegoría a la derrota está bien, pero alguien le
podría decir que esto va de ganar. Y es lo que estaba haciendo su equipo al
descanso (2-1). Imagino que el beticismo también preferirá aguantar ese
resultado aunque el Real Madrid termine empatando que acabar recibiendo 5 goles
(50 en 24 jornadas). O igual no. Esto del fútbol a mí ya me tiene loco.
¿Por qué digo esto? Porque, de un tiempo a esta parte, se ha
generado un debate dentro del periodismo y también fuera, sobre lo que deben
sentir los aficionados neutrales a la hora de ver un partido de fútbol. No me
pregunten cuándo esto ha importado lo más mínimo, pero la realidad es que este
pensamiento se ha extendido. Y, claro, si hablamos de espectadores neutrales,
tenemos que hablar del Atleti de Simeone. Ese equipo al que este año les ha
tocado poner la etiqueta de “aburrido”. Las de “violento”, “defensivo”, “sólo
marca a balón parado” y “violento 2.0” ya estaban cogidas, tocaba improvisar.
Y es normal que se aburran viendo al Atleti. Hay que tener
en cuenta que Jan Oblak sólo ha encajado un gol menos en Liga de los que se
marcaron en el Benito Villamarín (9 a 8). ¿Cómo no les va a aburrir ver que no
hay forma de hincarle el diente al equipo del Cholo? Es lógico que quieran
cambiar de canal. Donde no se aburrían era cuando el Getafe iba al Vicente
Calderón a ganar 0-3 o cuando las visitas del Atleti al Bernabéu o al Camp Nou
eran sinónimo de goleadas. Ahí se divertían. Ese Atleti sí. Porque claro, había
muchos goles. ¡Ja! Ya…
Esos que se aburren con el Atleti, dicho sea de paso, son
los mismos que luego no ven un partido del… Atleti. Si no, no puedo
explicarme cómo son capaces de, luego, decir que el Atleti sólo genera peligro
en jugadas a balón parado (cuando cada año ha ido menguando en este aspecto), o
que es un equipo al que no hacen penaltis porque no llega al área rival (cuando
es uno de los equipos que más llegadas tiene). Debe doler, claro, que a pesar
de que el Atleti sea en anti fútbol y aburra a las ovejas, esté ahí, en segunda
posición de la Liga. Cuando molaba era en la décima posición, marcando muchos
goles y recibiendo muchos más. Ese es el Atleti que echan de menos. Del que
reírse libremente, al que pasar la mano por el lomo o al que abrazarse cuando
vienen mal dadas. Ese.
Pero lamento comunicarles que ese Atleti ya no está. Que
podrá caer en Champions League o en Copa del Rey, porque en el fútbol, aunque
les explote la cabeza, no siempre se gana. Lo que sí está claro es que,
mientras esté Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid, tratarán de buscar
la etiqueta necesaria para menospreciar el trabajo de un técnico que ha
cambiado la mentalidad de su afición, de las aficiones rivales y del mundo del
periodismo. Porque amigos, este Atleti ya no cae simpático. Y esa es la mayor
demostración de que, seis años después, se sigue en el camino correcto.
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