El billete a Champions League ha estado más
barato que nunca en La Liga. Ser el cuarto clasificado esta temporada en España
ha sido más fácil que cualquier otro año. El que finalmente lo consiga
-Valencia, Getafe o Sevilla-, lo hará por demérito de sus rivales más que por
méritos propios. El conjunto ché despertó tarde y a pesar de los pésimos
primeros meses de competición son los que parten con ventaja antes de la última
jornada. Por su parte, Bordalás ha sacado el 200% del rendimiento a la
plantilla azulona pero no hay que desvirtuar la realidad, en cualquier otro
curso quizás no hubiese entrado ni en Europa con la misma puntuación que han
logrado en 2018/19. Mientras tanto, el Sevilla Fútbol Club ha vuelto a ofrecer
una imagen muy pobre lejos de Nervión. Sin lugar a dudas, el gran lastre del conjunto
sevillista esta temporada ha sido salir lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán y, de
forma repentina, dejar de competir.
Hasta la penúltima fecha, el Sevilla ha
perdido 13 partidos y nueve de ellos han sido como visitante. En prácticamente
todas las derrotas hay un denominador en común: el conjunto dirigido ahora por
Joaquín Caparrós y antes por Pablo Machín sólo ha logrado marcar al menos un
gol en tres encuentros perdidos (ante el Huesca y en los dos partidos ante el
FC Barcelona) mientras que en los otros diez, el conjunto sevillista cayó derrotado
sin batir al portero rival.
Sin embargo, lo que llama poderosamente la
atención son los resultados fuera de casa. Y las sensaciones, porque si los
números son malos, el juego desplegado aún fue peor. Si contabilizáramos solo
los partidos jugados lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán, el Sevilla estaría en la
undécima posición de La Liga e incluso podría ser superado por Betis y Ahtletic
de Bilbao en caso de que éstos lograsen la victoria en la última jornada. Tan
solo 23 goles a favor y 27 en contra. Cinco victorias, cinco empates y nueve
derrotas. En el siglo XXI sólo existen tres antecedentes peores para los de
Nervión: la fatídica temporada 2015/16, 2012/13 y 2003/04. De hecho, de las 18
temporadas disputadas por el Sevilla desde el año 2000, en 10 habría conseguido
plaza europea aún contando solo los encuentros como visitante y en cinco de
ellos, ocupando incluso las cuatro primeras posiciones.
Si a las lamentables estadísticas como
visitante le sumamos cuatro duras derrotas como local, el problema toma mayor
dimensión. En Sevilla solo han ganado Getafe -rival directo-, Valencia -rival
directo-, Barcelona -tras remontar un 2 a 1- y Leganés -en el momento más
determinante de la temporada-.
No cabe duda, el problema ha sido competitivo.
Sin marcar goles no se puede pretender ganar, y eso es lo que ha pasado en diez
de las 13 derrotas. Sin el apoyo de la afición ha resultado imposible ver a un
equipo con orgullo, y eso es lo que ha pasado en nueve de las 13 derrotas. Sin
puntuar ante los equipos que ocupan los puestos más altos en la clasificación,
es complicado ser candidato a jugar en Europa. Sin embargo, y a pesar de todo,
lo está porque estamos ante “una temporada de ocasión”. No volverá a ocurrir.
No jueguen con fuego.
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