El Villarreal se presentó en El Madrigal, ante el Mónaco, en su primer partido de Champions League desde 2011. Lo hizo sin ocho de sus mejores jugadores, desde la dupla que marcó casi 30 goles la temporada pasada (Soldado-Bakambu) a su mejor hombre en defensa (Víctor Ruiz), pasando por fichajes ilusionantes como Sansone o un Cheryshev que firmó su mejor fútbol en el Submarino.
El once amarillo incluía de central a un jugador que no es central, hasta cinco caras nuevas que todavía no habían disputado partido oficial con el Villarreal, y una delantera totalmente novedosa, con Pato como gran incógnita y Santos Borré debutando en la élite europea como titular apenas recién aterrizado en España.
Se estrenó también Fran Escribá en el banquillo, amistosos aparte. Seis días después de llegar al barco. Pasó de estar en el paro a dirigir a un equipo en Champions League por primera vez en su carrera como primer entrenador. Llegó a un equipo inundado en un ambiente enrarecido, que de la noche a la mañana pasó de ser feliz y sonreírle al mundo, a mostrar su cara más preocupante. De afrontar una temporada cargada de ilusiones, a perder al entrenador que le llevó de Segunda al cuarto puesto por un conflicto interno. Un conflicto en un club sin conflictos.
Si al primer partido de Champions en cinco años, las ocho bajas, el nuevo técnico y el ambiente convulso le sumamos un penalti en contra y consecuente gol en el minuto tres… La victoria en el partido y en la eliminatoria se ve prácticamente imposible. No por ello dejó el Villarreal de luchar, aun sin la fluidez de sus mejores actuaciones, sin la garra de las grandes citas. Salvo Castillejo o Bruno -y si me apuras, Soriano– el resto parecían acongojados.
Consiguió empatar el Villarreal antes del descanso con una gran combinación entre sus puntas. De cabeza de Borré a cabeza de Pato y a las redes. Un empate era un tesoro después de todo, pero el Submarino no se conformó y encerró al Mónaco al volver del descanso. Hasta que una pérdida en el centro del campo y un golazo del crack monegasco (Bernardo Silva) acabó con cualquier esperanza.
El Villarreal está envuelto en problemas. Quien lo diría hace tan solo 15 días, cuando la pierna de Soldado estaba intacta, los partidos de pretemporada se ganaban y Marcelino seguía comandando la nave. En Mónaco tendrá que marcar mínimo dos goles si quiere disputar Champions esta temporada. Si no lo consigue, será una decepción, pero nunca un fracaso. No para aquellos que luchan hasta el final.