La BBC, con un punto de sorna, se ha atrevido a comparar a Steve Bruce con Frank Sinatra. Difícil. El técnico inglés, tras una vergonzosa derrota ante un Sheffield United desahuciado, apeló a los versos del genio estadounidense: “A partir de ahora haremos las cosas a mi manera”. Desconozco si ha sido otro el que se ha puesto en su lugar en sus míseros 18 meses de mandato. Y cuando digo mísero -desdichado, infeliz; según la RAE- me refiero a un proyecto que se ha puesto como objetivo sobrevivir sin grandes alardes. Sin querer pelear por nada más que no sea salvarse.
Ya son demasiadas líneas escritas sobre el propietario, ese mezquino señor que cree que el Newcastle United es su juguete, incluso en este país. Las responsabilidades, de vez en cuando, también deben recaer sobre los once que juegan. El cuadro de Bruce no inspiraría ni al mejor escritor de libros de autoayuda. Su juego es un páramo desértico sin probabilidades de avistar un oasis que pueda saciarte, más allá de Callum Wilson y Allan Saint-Maximin. Lo demás no ofrece demasiadas esperanzas por la simpleza del esquema. Incluso los de Mr. Wonderful, tras perder los estribos e insultar a todo el que se cruzara, cerrarían para siempre viendo a los de St James’ Park.
Al actual técnico le cayó un gran regalo del cielo. Rafa Benítez, a sabiendas de la poca exigencia de los de arriba, parapetó a su escuadra con uno de los sistemas más defensivos del planeta: un 5-4-1 en un bloque muy bajo. Bruce, pese a los cambios que ha tenido la plantilla, tiró del Rincón del Vago y cuajó un copy paste para salvar la papeleta. Pero todos, incluso los más listos del patio, acaban siendo atrapados por los profesores más suspicaces. Los magpies, en lugares donde el triunfo era una obligación, han insistido, más allá de algún caso puntual, en resguardarse y esperar el error del rival. ¿El resultado? Mediocridad.
Europa, el objetivo que por historia debería plantearse la entidad, ya suena a chino para el conjunto del norte de Inglaterra. El bajo rendimiento de los clubes que forman el descenso debería suponer una salvación tranquila para el Newcastle. Lo que no está claro es que sea Bruce el capitán de la nave cuando la Premier League llegue a la jornada 38. Aunque puede que su recambio tampoco sea muy bien recibido por su gente. Ya están acostumbrados a ello.
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