«Cuando tengo que protegerlo frente a otro, lo hago, cuando tengo que discutirlo, lo discuto, cuando algo no está bien, se lo hago notar, cuando le debo mostrar afecto, se lo muestro y cuando le tengo que decir que es un idiota, se lo digo». Daniele De Rossi (Roma, 24 de julio de 1983) habla así de su compañero de equipo y, sobre todo, de su amigo Francesco Totti (Roma, 27 de septiembre de 1976). Un total de 16 años juntos en el equipo de sus vidas, la Roma, dan para mucho: asistir, marcar, celebrar y llorar. De Rossi también se emocionó y no ocultó su tristeza en la despedida de Totti en El Olímpico. Se podría decir que si tiene que llorar por Totti, llora.
Eclipsado por el 10, seguramente De Rossi ha existido siempre a la sombra del ya exfutbolista, pero vive su ciclo con naturalidad. De hecho, hasta ahora asegura que ha sido «facilísimo» compartir capitanía con Totti y para el número 16 de la Roma no va suponer ningún problema heredar ese puesto. «Yo creo que se puede ser capitán sin llevar la banda en el brazo y sobre todo, puedes ser un gran capitán siendo vice-capitano», explicó en Revista 11.
Digno sucesor de Totti
El actual capitán de la Roma siempre ha seguido, orgulloso, los pasos de quien para muchos es el VIII Rey de Roma. De Rossi ha realizado toda su carrera deportiva en la Roma, como Totti; es el segundo jugador que más veces ha vestido la camiseta del club (561 partidos), solo por detrás de Totti, y de Francesco heredó el número 10 de la selección italiana tras conquistar ambos el Mundial de Alemania en 2006.
La historia de Daniele de Rossi es simple: va ligada a dos pies, un balón, una misma camiseta y, por encima de todo, a un sentimiento. Un amor que le llevó a decir no a conjuntos quizá más grandes, pero en los que por mucho que se buscaría, no iba a encontrarse. Su casa, su esencia, estaba en la Roma y alejarte de lo que te define puede no ser una buena acción.
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«En el último partido antes de Navidad, los jugadores piensan que después del pitido final comienza el periodo de vacaciones, yo en cambio entraba al campo y tenía los ojos llenos de lágrimas. Miraba la atmósfera y pensaba que podía ser mi último partido en el Olímpico… me ha sucedido siempre y pienso que sin la Roma no sé estar. Vivir sin la Roma es la cosa que más daño me habría hecho aunque hubiera vivido un Real Madrid-Barcelona o hubiera pisado los estadios ingleses más bonitos», subrayó en Revista 11. Por ahora, eso de pensar en despedidas lo dejará para más adelante. A sus 33 años, tras jugar 31 partidos y renovar por dos temporadas más con el club de su vida, a De Rossi todavía le aguardan muchas emociones sobre el césped. Y, cuando llegue el momento de decir adiós, si Totti tiene que llorar por él, llorará.