Mientras escribo estas líneas, echo la vista atrás y las últimas cuarenta y ocho horas en Porto han sido enormemente movidas en lo que a actualidad futbolística se refiere. Una vorágine que merecía ser comentada.
De una parte, el FC Porto ha oficializado el traspaso de Danilo al Real Madrid por 31,5 millones de euros, lo cual era una especie de secreto a voces que, paradójicamente, Carlos Rexach, confirmaba días ha en “Esport 3”. El club blanco se asegura probablemente el mejor lateral derecho del mercado hasta 2021, una posición en la que es complicado encontrar jugadores que marquen la diferencia y el brasileño lo es. Además, buen disparo, físico y gran conducción. Un jugador contrastado como el uruguayo Fucile no supuso un obstáculo para Danilo hacia la titularidad en el FCP y veremos como se maneja en la casa blanca este verano la confluencia de Arbeloa, Carvajal y el propio Danilo para el puesto de lateral diestro.
Por su parte, el conjunto de la ciudad invicta, amigo de los rendimientos económicos, obtiene un beneficio de 18,5 millones con la venta del brasileño, quien había llegado al conjunto de Pinto da Costa del Santos brasileño por 13 millones, una cantidad inusualmente alta para lo que acostumbra a pagar el FC Porto. De hecho, el club solo ha pagado más por Hulk en toda su historia. Larga vida al superávit.
Pero acercándonos más al presente, el conjunto dirigido por Julen Lopetegui afrontaba una realidad mucho más deportiva, la semifinal de la Taça da Liga, la Copa de la Liga de Portugal. Hay que matizar que se trata de la tercera competición local en Portugal según importancia, detras de la Liga y la Taça, pero que con el FCP eliminado tempranamente de la Taça de Portugal (a manos del Sporting CP) y con una posición delicada en la Liga (-3 con Benfica a falta de 10 jornadas), la Taça da Liga sería un “paño caliente” con el que ir aplacando la presión. Para meterse en la final, donde esperaba Benfica, el equipo había de viajar a Funchal donde esperaba el Marítimo, conjunto contra el que ya tropezó el FC Porto en Liga a finales de enero (1-0). Y como segundas partes nunca fueron buenas, la pasada noche el equipo volvía a caer contra el equipo de Ivo Vieira esta vez por 2-1, quedándose fuera de la final y colocando a la Liga como única válvula de escape para salvar una temporada titubeante. Bueno, además de la Champions League, donde el equipo ha mostrado la mejor cara, pero la gesta de eliminar al Bayern Munchen de Pep parece demasiado ambiciosa.
Y es que cuando el equipo parecía que mostraba su mejor cara (4-0 v FC Basel) y que Lopetegui había sido capaz de encajar (por fin) las piezas, la ajustada victoria en casa contra el Arouca (1-0), el empate con Nacional (1-1) y la reciente derrota con Marítimo dan la impresión de que toda buena sensación fue un espejismo. Esto sitúa al equipo y a su entrenador con la necesidad de no fallar en las diez jornadas de Liga NOS que restan, donde el calendario es a priori asequible, si exceptuamos el viaje a Vila do Conde para enfrentarse a Rio Ave y, sobre todo, a Da Luz para jugar contra SL Benfica el 26 de abril, en un partido que puede decidir el campeonato. Lopetegui ha mostrado ya lo que, a mi modo de ver, es nerviosismo, arremetiendo contra los árbitros (injustificadamente) en las últimas semanas, tanto en entrevistas como en postpartidos, hecho por el cual la APAF (Asociación Portuguesa de Árbitros) anunció que estudiaba “presentar [dichas declaraciones] ante órganos disciplinares”.
Tras este traspiés en la Taça da Liga, es inevitable plantearse al menos el escenario en el que el FC Porto se quede este año sin sumar ningún título a sus arcas. Con una inversión y una renovación profunda de la plantilla, ¿podríamos hablar de fracaso? Y sobre todo, ¿habría que culpar a Lopetegui del mismo? Aún quedan diez jornadas de Liga para que nadie en los altos palcos del Estádio do Dragao se haga estas mismas preguntas.