Danielle Collins: cuando rendirse no es la opción

“No tuve una infancia sencilla. Mi familia no tenía
muchas posibilidades económicas por lo que no tuve la opción de acudir a
entrenar a un buen club. Era habitual para mí ir a pistas públicas”. Estas
palabras las pronunciaba Danielle Collins, sin duda la gran revelación en la
última edición del WTA Premier Mandatory de Miami celebrada en el recinto de
Crandon Park –desde el próximo año el torneo se traslada al Hard Rock Stradium
de los Miami Dolphins de la NFL-. 

Acaba de doblegar a Venus Williams, octava cabeza de
serie, en los cuartos de final del torneo proveniente de la fase previa. De
repente, los focos miran a una mujer que estuvo alejada de todo este entramado
para, algún día, resonar entre titulares. Ese día llegó. Venus, su ídolo cuando
entrenaba fuera de los recintos mundiales, cae a sus pies. Antes lo había hecho,
ni más ni menos, que la campeona olímpica en Río, Mónica Puig. Danielle, en una
nube flotante colmada de ilusión, se explica. 

“Yo dominaba el circuito
nacional con 16 años –ahora tiene 24-, pero mis padres no tenían el dinero
necesario para empezar una carrera profesional viajando al extranjero. Lejos de
venirme abajo, decidí ir a la universidad, así que estoy muy orgullosa de haber
podido estudiar en la Universidad de Virginia y combinar mis estudios con el
tenis”. 

Desconocida para el gran público
hasta hace unos días, Collins se convirtió en uno de los ejemplos para todos
aquellos jóvenes que luchan, semana a semana, por codearse con las estrellas
mundiales. El tenis, un deporte caro para sus practicantes al depender de los
resultados que se obtienen en los torneos, muchas veces lapida historias con un
talento precoz por falta de recursos económicos. Otras, en cambio, da luz a
espadas ocultas cuyo día a día es complicado, cuya economía no es boyante, ni
mucho menos, pero cuyo tesón se convierte en la fuerza motriz que mueve el
mundo para superar todo tipo de dificultades. 

Ya en 2014, cuando le arrebató
un set a la actual número uno del mundo, Simona Halep, en el Abierto de los Estados
Unidos, hubo voces que la auparon a dar el paso al tenis profesional pero,
Collins, consciente de su situación y de la importancia de tener estudios,
prefirió esperar, competir en la NCAA –campeonatos estadounidenses
universitarios-, donde ganó en 2014 y 2016, y no volver a tener contacto con el
circuito hasta verano de 2016. 

Fue, a partir de entonces,
cuando retomó su labor en las pistas profesionales, se inscribió en torneos ITF
de menor escala para sumar unidades a su casillero particular hasta ascender,
el pasado mes de noviembre de 2017, al puesto número 200 del ranking WTA. 

Ganó el WTA 125K de Newport
Beach en enero de este año y, con ello, se metió entre las 150 mejores raquetas
mundiales, un hecho que le permitió recibir una invitación para el WTA Premier
Mandatory de Indian Wells. La aprovechó metiéndose en cuarta ronda. Con ello
ingresó, por primera vez, entre las cien primeras jugadoras del mundo. 

“Fue difícil para mí pasar de
ser la gran dominadora a jugar contra chicas superiores a mí. Me está dando
mucha confianza ver que puedo competir contra las mejores. Mi objetivo es
afianzarme en el top 100”, confesó ante los medios. 

Y añadió: “Tengo
aspiraciones de seguir estudiando para hacer cosas cuando cuelgue la raqueta.
Pero sé que esto es mi vocación, si no juego me aburro. Estoy muy comprometida
con mi carrera profesional y sé que debo mejorar mucho a nivel físico. Quiero
jugar muchos Grand Slam, pero para ello debo trabajar muy duro”.

De momento, su condición de
semifinalista en Miami –cayó ante la finalista Jelena Ostapenko- la ha hecho
amanecer, esta semana, en el 53º escalafón de la clasificación mundial, una
proeza a la altura de una carrera de obstáculos que ha superado con creces. No
cabe duda de que su despunte en Crandon Park la ha situado en el panorama
tenístico internacional. Desde luego, lo merece. Danielle Collins es un
auténtico ejemplo de superación personal para todos aquellos que no se rinden
persiguiendo su meta.