23 de Septiembre de 1943. No hay consuelo que calme las aguas. Bianca se encuentra en una de las catacumbas que conforman la ciudad de Napoli. En la época romana, muchos cristianos que eran perseguidos se refugiaban en estas catacumbas, en plena Segunda Guerra Mundial, casi la totalidad de la ciudad se resguardaba en estas galerías paralelas a sus calles. Una ciudad que no dormía, subterránea, que permitía un seguro de vida, al menos, por momentos. Volviendo a Bianca, desgastada, sin techo sobre el que descansar, ni trozo de pan que tirarse a la boca, en su raciocinio no encuentra ningún motivo por el que seguir luchando. Los constantes bombardeos que recaen sobre la ciudad, atormentan su cabeza y su jaqueca se convierte en su propio temor. Golpea bruscamente hacia ella, el sufrimiento se adentra en su interior y con él, un dolor indomable.
Tras el desembarco aliado en el puerto de Sicilia, la región de Campania daba paso a un nuevo frente de batalla. Los alemanes por su parte, intentaban ralentizar el avance de las tropas aliadas con una seríe de líneas de combate, dando así lugar a diversos números de forticaciones que servirían para ganar tiempo y espacio en esta nueva batalla. Con el paso de los días, el espíritu patriótico unido al de resurreción, el pueblo sale a la luz durante los días 26-30 de septiembre de 1943, la población expulsó a los alemanes, haciendo retroceder a las tropas alemanas hacia al norte y permitiendo así la entrada de los aliados. Una vez pasada la guerra, durante el período de posguerra, una población entregada a lo artesanal y a la economía sumergida emprendió una política de reestructuración cambiando así trascendentalmente el perfil de la ciudad con el objetivo de llegar a ser en 1994, uno de los siete países más ricos del mundo.
Este es uno de los capítulos de una bonita historia de nuestro pueblo, Napoli. Dice así Bianca, una débil anciana con poca esperanza de vida atacada por diversas enfermedades al frente de sus tres nietos que escuchan atentamente las palabras de su abuela en una fría tarde de invierno.
+ Abuela, ¿y de Maradona? ¿Qué sabes de él?
– Nosotros, los napolitanos como sabéis somos especiales. Aquí no entendemos de razocinio, nosotros somos movidos por los sentimientos. Unos días lloramos, y al siguiente reimos. La ciudad es un símil de nuestro rostro, arriba la montañana, abajo el mar y al fondo entre la niebla disipamos el Vesubio. Una ciudad alocada, con mucha vida nocturna y simpática, dispuesta a responder, a tenderte la mano. Una imagen no correspondida con la ofrecida al mundo, ciudad sucia comandada por la Camorra sin libertad. Eso no es verdad! Nosotros somos pasionales, somos presos de nuestros sentimientos y nos dejamos guiar por ellos, uans veces tan arriba y otras tan abajo, una ciuda sin peajes. Somos creyentes y supersticiosos, aparte de la pasión por el fútbol. Y ocurre que cuando mezclamos fútbol y creencias, encontramos a Diego.
Dicen que escapó de un sueño
en casi su mejor gambeta
que ni los sueños respeta
tan lleno va de coraje
sin demasiado ropaje
y sin ninguna careta.
Dicen que escapó este mozo
del sueño de los sin jeta
que a los poderosos reta
y ataca a los mas villanos
sin mas armas en la mano
que un 10 en la camiseta.
Un 5 de Julio de 1984, a los napolitanos les dio un vuelco el corazón. Tras largas negociaciones con el F.C.Barcelona, Diego Armando Maradona ponía su pie izquierdo en el San Paolo. Lo hizo entre la masiva aglomeración de periodistas que le rodeaban a la salida del túnel. Diego llegaba a Napoli y 80.000 mil almas copaban el estadio hasta la bandera. Ni un afiler, ni un misero alfiler. Era época de cambios en la ciudad partenopea. En el peculiar vaivén de sentimientos, el corazón ganaba la partida y rompía la vascula de la felicidad. La primera temporada, la 84-85 Diego no llegó a mostrar sus cartas en todo su esplendor y fue a raíz de la segunda donde los éxitos y alabanzas irían «in crescendo«. Maradona cambió la historia. Actor y director de una obra para el recuerdo. El Calcio tomó un nuevo rumbo con Diego al mando del timón. Las aspiraciones del pueblo pasaron de pensar en la salvación a compararse con aquellos ricos del Norte. Siete años de gloria con la maglia azul, el dié conquistó:
- Scudetto 86/87
- Coppa de Italia 86/87
- Copa Uefa 88/89
- Scudetto 89/90
- Supercoppa Italiana 1990 (5-1 a la Juve en la final)
Si nunca has estado en Napoli es dificil de explicar lo que supone Diego para ellos. Maradona fue el último hijo de una familia numerosa, el mimado y más querido. Aquella llave maestra que abrió la puerta al escaparate mundial de esta ciudad. Tanto en lo futbolístico como en lo turístico, Napoli se dió a conocer y con ello el reconocimiento y enrequicimiento que esto conllevaba. Nunca nadie del Sur había tenido la mínima idea de arrebatar el título de Campeón a los equipos del Norte. Aquel Napoli de Maradona fue el primer en ostentar el título. Desde la presentación hasta el presente de nuestros días, la ciudad rebosa Diegos. Diego en forma de música, de bufandas, de banderas, de habladurías, de leyendas, de estatuas, de templos. Una auténtica Maradona-manía. Diego representa a la ciudad no solo en lo futbolístico, también en lo social. La pobreza en su origen, la imagen que el mundo tenía de Napoli, sucia y pobre fue mejorada con la llegada de Maradona, chico con el que compartían bastantes similitudes.
Maradona es un héroe, un hijo predilecto, la ciudad aún paga las deudas que le debe a D10S en formas de agradecimiento. La historia se escribe bajo la suela de su zapato, único en su género, capaz de romper con lo cotidiano y enloquecer con el racocinio siempre a través de una asfixiante dificultad. Siete años maravillosos que ningún napolitano olvida. Cuándo acabas de contarlo siempre existe una extraña sensación de profunda melancolía, como el último capítulo o la última página de un buen libro, como el último abrazo o como el último dia de tu viaje. Con los años, se mejora como el buen vino y la participación del popolo napolitano es total. La historia vive, respira, se mueve, brama. Esta es la bonita historia del pueblo napolitano, el libro que se llama Napoli.
– Abuela, ¡qué afortunada fuiste! (expresa uno de los nietos melancólico)
+ Te contaré un secreto, algo que no se enseña en la escuela. Los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último, todo es mas hermoso porque hay un final. Diego nos llevó a la gloria y nadie sabe cuándo la gloria volvera a llamar a la puerta, mientras tanto el sol sale todos los días e Higuaín, argentino como Diego nos llena la boca de palabras bonitas cada vez que la envía al fondo. Los títulos han vuelto a la ciudad y nosotros amamos lo nuestro. Aquí jamás lo olvidaremos. Cuando uno piensa en Napoli, piensa en Maradona.
(Lloran todos juntos en un mutuo abrazo, la sombra de Diego es muy grande)
@PipeOlcina17 | 1995. Periodismo. Peor sería tener que trabajar, que decía en un cartel de la redacción del Times.
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