Real Madrid y Borussia Mönchengladbach se juegan hoy un puesto en octavos de final de la Copa de Europa. Sí, la Copa de Europa. La Champions deriva en Copa de Europa, cuando se enfrentan rivales de tronío y pedigrí en el viejo continente.
El Gladbach es un viejo conocido del Madrid de viejas batallas europeas. Fue un grande en la década de los 70, dónde conquistó cinco Ligas, dos Copas de la UEFA y una Copa alemana. Además, fue capaz de disputar la final de la Copa de Europa, cayendo ante el Liverpool en Roma por tres goles a uno en 1977.
Un equipo que tuvo solo tres entrenadores en 23 años. Tres gigantes del fútbol alemán como Henner Weisweiler, Udo Lattek y Jupp Heynckes. Los tres hicieron historia en el cemento del viejo Bökelbergstadion, el hogar del Gladbach entre 1962 y 2004.
El actual Borussia sueña con estar de nuevo entre los 16 mejores equipos de Europa. Porque durante muchas décadas el Borussia no era el Dortmund. El grande de los dos era el Gladbach y en España la gente se refería al Borussia sin especificar la ciudad. Los tiempos cambian y desde hace ya casi tres décadas, el Dortmund es el grande de los dos.
El Gladbach está en camino de reverdecer laureles con un equipo que junta arriba dos futbolistas que apuntan a conquistar Europa alguna vez. Alassane Pleá y Marcus Thuram, hijo de la leyenda Lilian. Dos futbolistas rápidos, de poderosa zancada y con mucho gol, especialmente Pleá, que acumula ya cinco en esta Champions.
Por detrás de ambos aparece Florian Neuhaus, digno representante de la nueva hornada de centrocampistas alemanes. Alejado del canon histórico de centrocampistas alemanes potentes y con llegada, Neuhaus es un perfil distinto. Fino, técnico, gran pasador y con una característica similar a los de antaño, la facilidad para el gol.
Atrás quedan los Vogts, Wimmer, Stielike, Bonhof, Simonsen, Jensen o Heynckes. Casi 50 años después, la gente sigue recitando de memoria el once del Gladbach de los 70. Llegaron a Madrid una fría noche de marzo del 76 tras empatar a dos en Alemania en la ida. El empate a uno en Madrid clasificó a los blancos para semifinales.
Nueve años después el destino les cruzó de nuevo. Esta vez en octavos de final de la antigua Copa de la UEFA. El Madrid perdió 5-1 en Düsseldorf ante el Gladbach. Düsseldorf era la morada europea de aquel Borussia que buscaba un estadio más grande en Europa.
En la vuelta en el Bernabéu, de la que ahora se cumplen 35 años, el Madrid agigantó su leyenda europea con una remontada memorable. El gol de Santillana en el último minuto, arrastrándose literalmente para enviar el balón a la red, es ya una imagen icónica del madridismo. Aunque lo es más la que se produjo unos instantes después. Cuando Martín Vázquez sustituyó a Juanito y Juan recorrió los metros de distancia entre el mediocampo y el túnel de vestuarios dando saltos de alegría ante un Bernabéu enloquecido.
Hoy no habrá espectadores y no se jugará en el Bernabéu, pero el partido es muy importante. La leyenda europea de ambos lo agranda más si cabe. Disfruten. En febrero volverá la Copa de Europa.