Javier Marín | Hace un año, día arriba día abajo, una persona sabia me comentó mientras almorzábamos lo que para él era el principal motivo del desplome deportivo del mejor jugador español de tenis, Rafael Nadal. Asombrado ante tal descubrimiento escuché detenidamente. “Si hombre, lo que le falta al chaval (ese que ha ganado Roland Garros nueve veces, ese chaval) es que se lo crea como se lo creyó antes. No creo que ahora corra menos que antes de la lesión o que de repente se le haya olvidado como darle a la bola. Se ha olvidado que él es el mejor, no se lo cree. Y creer en ti mismo cambiará tu mundo”.
En ese momento, con dos copas de más, no le eché cuenta, pensé “amigo mío deja el vino, que estás delirando”. Pero ahora, tras las dos victorias consecutivas en tierra de Nadal, creo que esa liberación de sabiduría de mi fiel compañero cobra mucha importancia, ya que ¿cuánto valor tiene el aspecto mental en el mundo del tenis? Mucho. Demasiado.
Sí, es cierto que el aspecto técnico y el físico deben acompañar, pero son complementos para potenciar el aspecto mental tan fundamental, para aquellos inmersos en el mundo del tenis, como poco reconocido, por aquellas personas alejadas de este deporte. Tenemos un ejemplo en nuestra armada de tenistas que puede confirmar esta teoría, y que te la dejo en forma de pregunta, para que cada uno piense o comente lo que crea… ¿Hasta dónde podría haber llegado Fernando Verdasco con más ‘cabeza’? Un ejemplo de los tantos que hay en este deporte.
Un año más tarde, día arriba día abajo, reposando tras una pesada cena me dispongo a juntar algunas letras pensando en aquello que dijo mi viejo amigo, y asintiendo para mí, digo en voz alta “Pues no estabas borracho, no, creer en sí mismo cambió su mundo”.