Hubo un tiempo en el que el Athletic
levantaba Copas como el que las bebe en un bar cualquiera. Historia del torneo
hasta el punto de conquistar las dos primeras ediciones, ganar cuatro
consecutivas entre 1930 y 1933 o ser el más laureado durante décadas. 23
trofeos adornan sus vitrinas, más que el Real Madrid (19) y mucho más que el
Atlético, ya lejos (10).
Pero tanta gloria ha quedado demasiado anclada en el pasado.
Aquellas Copas son casi todas en blanco y negro, todas de un tiempo que es
difícil que vuelva. Por entonces, el Athletic era uno de los mejores equipos
del país y rivalizaba seriamente con Barça y Madrid. Contaba con algunos de los
mejores futbolistas de Europa y rara vez se desprendía de ellos. Hoy, el mundo
de las cláusulas y el libre mercado europeo (a raíz de la ley Bosman de 1995)
penaliza gravemente a un club con limitaciones evidentes.
Un seguidor del Athletic con
35 años o menos nunca ha visto al Athletic ganar una Copa del Rey. La última vez fue en 1984,
precisamente ante un Barça que le atormentaría los años siguientes, superándole
en el palmarés y en cualquier final que se le pusiera delante. Pero aquel 5 de mayo en un Bernabéu a rebosar (más
de cien mil espectadores, con proporción de 4 a 1 para los rojiblancos) la
victoria fue para los leones, que ganaron 1-0 con gol de Endika a los 14
minutos. La solidez defensiva del equipo de
Javier Clemente resultó decisiva, anulando a cracks como Schuster o el
propio Diego Armando Maradona, que jugó su último partido como azulgrana con un
final bochornoso, liándose a patadas en un tángana descomunal y provocando una
conmoción cerebral a Miguel Sola. Los tres meses de sanción fueron el empuje
definitivo para marcharse al Napoli.
Aquel fue un título muy especial para el Athletic, que llevaba sin
ganar la Copa 11 años, desde que venció al Castellón (2-0) en el Vicente
Calderón. Derrotó a un Barça que se había proclamado campeón de Liga sumando 17
de los últimos 18 puntos y que contaba con futbolistas de primera talla
mundial. Sin embargo, pocos podían imaginar que sería el último que verían sus ojos más de tres décadas después.
Los de Clemente volvieron a disputar la final un año después, otra vez en el
Bernabéu, pero esta vez cayeron ante el Atlético de Hugo Sánchez, que firmó
doblete (2-1).
Tuvo que pasar la friolera
de 24 años para vivir otra final, esta vez ante el poderoso e histórico Barça de Pep Guardiola que
se alzó con el sextete. El 4-1 fue incontestable, y refleja más que nunca la situación de un equipo varios escalones por
debajo de los grandes. Y es que el jugador más importante de los leones en
aquella Copa fue un Gaizka Toquero más aplaudido por su garra que por sus
cualidades futbolísticas. El Athletic disputó dos finales más en 2012 y 2015,
ambas de nuevo ante el Barça y con mismo resultado: la derrota (3-0 y 3-1). El Athletic
nunca tuvo oportunidad de meter mano a los azulgrana, y aunque no cumplió el
sueño de ver salir la gabarra, se desquitó ese último año en la Supercopa de España, con un resultado
espectacular ante el equipo culé en la ida (4-0, hat-trick de Aduriz) y un
meritorio 1-1 en el Camp Nou.
Aquel Athletic, sin embargo, ha tenido que reinventarse. Como
lleva haciendo toda la vida, vaya. Laporte se fue al City, otros se retiraron
(Gurpegui, Iraizoz) y otros, con la edad y las lesiones, bajaron su nivel
(Susaeta o el propio Aduriz). Casi toca
fondo hace dos temporadas con Eduardo Berizzo, que fue destituido en
diciembre dejando al club en puestos de descenso. También dolió la marcha de
Kepa al Chelsea, convirtiéndose en la salida más cara de su historia. Pero la
llegada de Garitano y el subidón de jugadores clave como Iñaki Williams, Muniain o Raúl García, amén del buen
rendimiento de fichajes como Yuri, Iñigo
Martínez o Ander Capa (y la explosión de Unai Simón, que ha hecho olvidar al internacional español a la
velocidad del rayo) le han cambiado la cara a un Athletic rejuvenecido hasta en
los despachos.
Por eso, y pese a la difícil situación en Liga este curso (cuatro
derrotas consecutivas le alejaron de los puestos europeos) la ilusión es máxima en Bilbao gracias a su torneo fetiche. El
Athletic se ha plantado en la final de una Copa muy loca, en la que ha vivido más emociones que ningún otro
equipo. Sufrió para ganar al Elche en una polémica tanda de penaltis.
Derrotó también en el punto fatídico a un Tenerife con uno más durante 90
minutos forzando los once metros con un gol de Yuri en el 118. Venció al
Barça,su bestia negra, con un gol en propia de Busquets en el último suspiro. Y
ha derrotado en semifinales a un Granada que tenía todas las de ganar tras anotar
el 2-0 en el 76’. Yuri, de nuevo héroe,
dio la clasificación cinco minutos después con un golazo de bandera.
El Athletic jugará su final número 38 de Copa del Rey ante una
Real Sociedad que probablemente se vista de favorito por fútbol y sensaciones.
Pero en un torneo como este, a veces vale más el corazón que la cabeza. Y de lo primero el león tiene más que de
sobra. Se avecina un derbi vasco por todo lo alto en la Cartuja, con el
sueño de un título que se resiste desde hace demasiado tiempo. La Gabarra
espera su llamada.